Gracias Greta

Hagamos que la historia pueda llegar a juzgarnos y démosle la posibilidad de no hacerlo cómo villanos.

Cada vez que escucho a Greta Thunberg reivindicar un futuro con ese valor propio de la adolescencia, la libertad que otorga no deberle nada a nadie y la seguridad que da saber que se está en lo cierto, pienso en lo sorprendente que será para los que vayan viniendo (si es que logramos seguir por aquí) conocer que jóvenes como ella tuvieron que ocupar el lugar de las generaciones a las que les correspondía procurarles ese futuro y echarse sobre sus espaldas la labor de gritarle a los lideres mundiales que la Tierra estaba enferma y que, con su inacción como traidor acicate, el punto de no retorno se acercaba a pasos agigantados.

Pero, como también les dicen estos jóvenes activistas, aún estamos a tiempo de no fallarles, aún podemos cumplir la obligación moral de no condicionar la existencia de las generaciones futuras por fenómenos meteorológicos y climáticos extremos producto de nuestra negligencia, pero para ello es necesario incluir el compromiso de la ciudadanía en la ecuación y esto se consigue hablándonos del cambio climático, de sus efectos y posibles consecuencias, enseñándonos como podemos contribuir a no fomentar su avance y facilitándonos el hacerlo; Es nuestro derecho y nuestro deber.

Y estas imprescindibles tareas, que deberían estar llevándose a cabo desde hace tiempo, a mi parecer, tendrían que liderarlas los Ayuntamientos pues su cercanía al ciudadano, su conocimiento de las singularidades de las ciudades y su capacidad para crear sinergias con otro actor importante, el sector académico, les convierte en los más adecuados para ello.

Un ejemplo: El joven alcalde de la ciudad belga de Lovaina, relataba, en la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático, "Change the Change", celebrada en marzo en el País Vasco, como, con un trabajo conjunto y constante del Ayuntamiento y los ciudadanos, habían conseguido reducir, enormemente, las emisiones de CO2 de su municipio. Así, contó como fueron conscientes de que esta gesta solo podía conseguirse si todos los vecinos llegaban a considerar moverse por la ciudad andando, o en bicicleta, como su primera opción pero que entendieron que no podían esperar tal cosa sin antes conectar la ciudad con vías agradables y seguras por las que transitar y así lo hicieron, y así lo consiguieron.

Y es que la secuencia de compromisos correcta no es la que comienza con nuestros niños pidiendo a la clase política la protección que les debe sino la que lo hace con los gobiernos de todos los ámbitos territoriales portando el estandarte del compromiso con el cambio climático, por muy pesado que sea y por muy impopular que en ocasiones pueda resultar hacerlo, pues solo su verdadero y valiente compromiso con la realidad y los derechos humanos traerá el de los ciudadanos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios