Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Gran alcalde

Los distritos más pobres o siguen votando al PSOE o no votan, la abstención es común en todos los del país

El bipartidismo vuelve, aunque en realidad nunca se ha marchado. Ciudadanos no ha ganado en ninguna de las comunidades donde se celebraron elecciones autonómicas el domingo pasado; tampoco en ninguna gran capital. Y, a excepción de Cádiz, lo mismo le ha ocurrido a Unidas Podemos. Vox ni aspira a eso, es un partido de minorías hiperventiladas y mandíbulas de cristal. El resultado del domingo no es un capricho, fruto de un sumatorio de azares: los únicos partidos que presentaron candidatos en todos los municipales fueron el PP y el PSOE. Sin esta condición de base, no hay victoria duradera posible. Los otros dos grandes partidos centenarios son el PNV y ERC, y los mapas del País Vasco y Cataluña están repletos de alcaldías jetzaldes y republicanas.

Cuesta. La política lleva su tiempo, y aunque muchas marchas fúnebres se han tocado en los entierros del eje izquierda-derecha, lo cierto es que hasta ahora sigue siendo la perspectiva más adecuada para entender cómo se comporta una sociedad. Hay otras, por supuesto, la de los nacionalismos es una de ellas, pero la intervención del Estado como corrector de diferencias o impulsor de deficiencias sigue siendo la gran cuestión.

Y detrás de la bipolaridad entre derechas e izquierdas sigue mandando la diferencia de rentas sociales. Repasen los resultados de estas elecciones municipales en aquellas grandes ciudades donde es posible comprobar cómo votan sus distritos. Los más desfavorecidos, en Sevilla o en Málaga, o votan PSOE o no votan, la alta abstención sigue siendo una de las características comunes en los barrios más pobres de todo el país. En el centro, en las urbanizaciones más ricas, en los barrios de mayor renta, se vota PP y, en ocasiones, a Ciudadanos.

Y, después, están los grandes alcaldes. Esos que logran romper los ejes y los prejuicios. Vean Tomares: José Luis Sanz, un alcalde del PP en el Aljarafe sevillano. Recibió 7.121 votos, pero el PP, ese mismo día en las europeas, sólo llegó a los 3.923; es decir, que le votó hasta el Tato. Lo mismo cabe decir del alcalde de Estepona, de Dos Hermanas, de Málaga o de Alcalá de los Gazules, donde Pizarro Chico ha dejado al PP con un único concejal después de que un alcalde de este partido gobernase el municipio hace cinco años. Aún no estoy en condiciones de explicar del todo el fenómeno Kichi, pero sé que toca los tres palos de Cádiz sin estridencias: la Semana Santa, el Carnaval y el Cádiz C.F.

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