Siempre sonó a sorna ese comentario sobre las familias de los Grandes de España, tan escandaloso como cierto, de que cuantas más generaciones pueda vivir esa familia sin trabajar, más grande es. Lo ocurrido en tierras capitalinas, donde a través de una administración pública se ha hecho un negocio de los de verdadera vergüenza, nos ayuda a comprender en toda su amplitud lo muy aconsejable que es que un Grande de España no se tenga que dedicar a ganarse el pan con el sudor de su frente. Bueno, realmente casi nunca lo hacen, pero cuando lo hacen está claro que nos sale muy caro a quienes siempre, dispuestos o no, pagamos los costes.

Ocurre que Pijolín Espringuol ha cerrado un negocio, de productos en malas condiciones, por un montante de unos seis millones de dólares, de los cuales cinco son de comisiones. No me diga nadie que no es una figura del negocio este fulano: lástima que sea compañero y amigo de Zutano de Copas, el menos lúcido del lugar. Por lo visto, como no hay redes exclusivas para pijos, la única forma de dejar constancia de su estupidez mental -la análoga a los descerebrados que graban sus mamarrachadas y luego las cuelgan en las redes- ha sido adquirir compulsivamente viviendas, vehículos, y otros artículos de lujo que han alertado a la propia Hacienda y a la Banca española.

La forma de comunicarse con el Ayuntamiento fue por los canales habituales, "como han hecho miles de personas", aclaró el sr. Alcalde de la Villa y Corte. Y por eso fue a él, precisamente a él, a quien le tocó resolver la papeleta, y no a ninguno de los otros miles. Por lo visto "era muy urgente todo…", y habrá que tener consideración con aquel ayuntamiento, las mismas muestras de comprensión que él y sus correligionarios han tenido con el resto de administraciones desde entonces. Y mientras él predicaba…, otros le robaban ese trigo… que él debía gestionar.

Lo genial de todo esto es cómo va reaccionando cada Merengano Patrio en función de cómo le pilla la Feria. Si en Sevilla, y no en el Ducado, pidiendo que la legislación laboral se guarde en un cajón hasta después de que cierren allí las casetas: ¡no vamos a comparar la dignidad de un trabajador con el poderío casetero en ese valle fluvial, hombre! Y esta es nuestra tierra, señoras y señores, donde a quien dijo que había que acabar con la corrupción en la Villa y Corte, le costó el puesto. Feijóo-te tú, ¡lo que son las cosas!

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