El medio y el ambiente

HABLEMOS DE SUELOS

Plantas autóctonas, cuya lista en el caso de Almería, comienza con el célebre y minusvalorado esparto

Mi madre me decía que: "porfiara, pero no apostara", así que, me atrevo a afirmar que al ver el título, alguien habrá pensado en recalificaciones y similares. Pues no. A mi no me gusta ese tema, lo que me gusta de los suelos es la vida que contienen y estamos matando. Viene esto a propósito de que, el pasado domingo, día 5, se celebró, con más pena que gloria, el Día Mundial del Suelo, proclamado así por la ONU el 20 Dic. 2013, basándose en que los suelos constituyen la base del desarrollo agrícola, de las funciones esenciales de los ecosistemas y de la seguridad alimentaria y son por tanto un elemento clave para el mantenimiento de la vida sobre la Tierra.

Y eso es así en cualquier explotación agraria, del tipo que sea, sea extensiva o intensiva, pero es que además es así hasta en los suelos de baldío. Y sin el hasta, pues éstos que no están sujetos a explotación, ni a desgaste alguno de nutrientes, son los que más deberíamos cuidar. De los otros, por lógica, son los agricultores los que se encargarán de mejorarlos por su necesidad, y para su propio beneficio. Ahora que tanto hablamos de que no se utilicen combustibles fósiles, excepto para el "falcon" (¿alguien ha echado números de lo que contamina el "falcon" en un viaje Madrid-El Cairo, o Madrid-Murcia?), para evitar las emisiones de CO2, no se habla casi nada, por no generalizar, de secuestrar el CO2 de la atmósfera. Puede ser que sea más rentable, no se en qué aspectos, ni para quién, hablar de coches eléctricos y electricidad eólica, que de quitar de en medio el CO2.

Digo lo anterior, porque el mayor consumidor de CO2, y además el mayor almacén del mundo para guardarlo es el suelo. Curiosamente, cada suelo, sea cual sea su composición, tiene capacidad de dar vida a un determinado grupo de organismos. Siempre habrá una planta adecuada a ese suelo, igual que ocurre con los microorganismos que viven en el mismo.

Lo más inmediato y económico: plantas autóctonas, cuya lista en el caso de Almería, comienza con el célebre y minusvalorado esparto que, es un buen almacén de agua atmosférica. A continuación plantas aromáticas y en tercer lugar todos los endemismos almerienses que tan bien estudiaron el Hermano Rufino y el archiconocido Künkel quien, por cierto regaló al antiguo Campamento Álvarez de Sotomayor, un jardín del desierto. En mi última visita a la Base, hace ya años, aún estaba vivo sin haberlo regado nadie nunca jamás. ¡Al final, va a resultar que está todo inventado!

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