La tapia con sifón

Helado de tarta de queso

El último sabor incorporado se llama “caramelo salado”, un resultón contraste dulce y salado, crujiente y cremoso

HOY Sábado de Pasión, tendría que dedicarle la columna, como casi todos los años, a dar recetas de torrijas, leche frita o pestiños, o a elogiar los roscos fritos del Once de Septiembre. Como casi todos los años. Pero los tiempos están cambiando; ahora el dulce más presente en restaurantes, bares, cafeterías y páginas web es la tarta de queso, “chihqueih” en inglés de Almería. Ya lo dice el refrán: no hay sábado sin sol, ni mocita sin amor, ni Grecia sin Peloponeso, ni bar sin tarta de queso. Me extrañaba que no le hubieran dedicado ya un Día Mundial o Internacional, así que me he informado y resulta que fue el 30 de junio de 2020. Como estábamos en plena pandemia confinatoria no nos enteramos, ni lo celebramos poniendo luces de colores en las fuentes y edificios públicos. No tengo nada en contra del concepto en sí del susodicho dulce, pero sí de que haya colonizado la práctica totalidad de la oferta dulce hostelera, junto con el “brownie” y el suflé de chocolate. No estoy en contra de la tarta de queso, pero sí de la elaboración de la inmensa mayoría de las que he probado, que suelen tener unas texturas que van desde el mazacote al adobe. Para que la fiesta sea completa ya tenemos también helado de tarta de queso. El que hacen en Alpino’s no está mal. Se trata de una nueva heladería que se ha instalado en la esquina de la plaza de San Pedro con la calle de Castelar. En su letrero dice que se fundó en 1999. Fue en Argentina, en 2021 se trasladaron a Roquetas y acaban de aterrizar en la capital. Dicen que son helados artesanos. Aunque ese adjetivo lo usan casi todos, al no ser alimentos envasados no podemos comprobar todos los ingredientes, así que me suelo guiar por mi baqueteado sistema digestivo. Los helados industriales a veces imitan bien los sabores naturales, pero me suelen estropear la digestión. En este caso, los seis o siete helados Alpino’s que he probado me han caído bien. Y están muy buenos. El último sabor incorporado se llama “caramelo salado”, un resultón contraste dulce y salado, crujiente y cremoso. Tienen también un café bastante potable, dulces argentinos y algo de oferta salada (aparte del citado helado) como empanadillas argentinas de varios rellenos, pan y pizza, y alguna cervecita para remojar. Y la terraza es tranquila. Espero que duren más que en Roquetas.

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