Como Florencia lucía espléndida bajo nuestros ojos, mientras contemplábamos un cálido atardecer desde Michelangelo. La bellísima ciudad iluminada por los últimos rayos de un sol bermejo, parecía una pintura del renacimiento recién salida de la mano de un genio. El Arno fluía espectral bajo los preciosos puentes que unen la ciudad, dividida por sus aguas. Parecía que se hubiese detenido el tiempo, y por un azar aparecería por allí Migue Angel, Rafael o el mismísimo Leonardo da Vinci. Sin embargo, una imagen difusa acompañaba ese recuerdo: Berlusconi cubriendo con una mano su ensangrentada cara, mientras el agresor alzaba la suya con una torre de Pisa empuñada con fuerza entre sus dedos. La noticia fue impactante, a pesar de que su política agresiva y retadora que subía de tono un año tras otro no acabó de sorprender al mundo, el hecho de que en un país europeo, de larga trayectoria democrática, sucediese un hecho de tal brutalidad era de extrema gravedad, y un trágico precedente. Este hecho le marcó durante mucho tiempo, fue la triste experiencia que oscureció por un breve instante aquel magnífico viaje por el corazón de la bella y espléndida Italia. Una intuición le estremeció entonces, algo le decía que en España aparecían peligrosos tics que podían predecir una "berlusconización" del país, y eso le hacía temblar. De ese viaje quedó una bellísima experiencia, cientos de fotos, espléndidos paisajes, luz y arte hasta el delirio, y un poso de temor que no podía explicar. Desgraciadamente, pasado el tiempo, muchos de los presagios se fueron haciendo realidad, y en estos trémulos días, se hacía cada vez más patente que aquel temor no iba demasiado descaminado. No podría concretar cómo o cuando este país se había ido "berlusconizado", pero cada vez más se iba acercando peligrosamente al abismo italiano, del que no tenía muy claro que se hubiesen alejado lo suficiente. Meditaba sobre el panorama político actual, y sentía la inseguridad que le transmitía un mosaico de partidos dispares, acompañado de la falta de respeto mutuo, la acidez de unos discursos en los que "el todo vale", la agria crítica poco o nada constructiva, los vacuos planteamientos políticos vociferados en el sacro seno de la democracia, con el único fin de alcanzar el poder "cueste lo que cueste". Tenía una vaga conciencia de que aquel modelo italiano se había ido introduciendo en el país de forma sibilina, sometiendo a los ciudadanos a una inseguridad y desconfianza, más propia de un país bananero que de una democracia europea. La despertó el camarero del hotel con un suculento desayuno, en una hora tenían la cita para visitar la Galería de los Uffizi. Estaba un poco aturdida por un mal sueño que no recordaba, aun no sabía que la visión del Nacimiento de Venus y la Primavera de Botticelli la traspasarían con un rayo de belleza sublime.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios