Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Héroe, queda usted despedido

El paisaje después de la batalla es diverso, va por barrios: 21.000 sanitarios a la calle

Tras la tempestad llega la calma. Damos la frase por buena con la salvedad de que la calma puede ser reconciliadora, pero también puede ser peor que el estado anterior a la tempestad. Incluso desastrosa. Cómo se vivirá en La Palma cuando acabe de arder la chimenea de las entrañas de la Tierra bajo el Atlántico, o cómo será la paz futura de la persona traicionada y abandonada, no puede evaluarse. Las catarsis son muy suyas. El daño emerge en el paisaje después de la batalla, título de una película del polaco Andrezj Wajda: en su país, tras la derrota de los invasores nazis que hicieron de su país vecino un infierno y un crematorio al otro lado de la frontera, quienes sucedieron a la tempestad de la Wehrmacht y los campos de concentración no fueron precisamente angelicales salvadores, sino terribles totalitarios, igualmente extranjeros: soviéticos. Nada de calma, pues. Durante décadas. El caldo de cultivo de un trauma nacional que es un agregado de miles de traumas individuales. La historia está repleta de ellos a lo largo y ancho del mundo.

La sexta ola y un virus mutante con nombre de supermercado -Delta Plus- nos vuelve a amenazar y ya llega desde el Reino Unido (la de sapos que se está comiendo el teatral Boris Johnson, como tanto negacionista a la postre achantado: la muerte tiene un precio también para los Clint de epidemia). Pero mientras que sí o no, el Covid-19 está siendo descontado por los ciudadanos, mandado de vuelta al hoyo en su nuevo féretro. No hay nada más que ver la pasión por volver a lo colectivo y lo gregario, normalmente con aliño sólido y líquido. En este paisaje del renacimiento o "vuelta a la normalidad", el empleo va por barrios -comercio y turismo, los sectores bonitos Made in Spain--, y el desempleo, también: las comunidades autónomas echarán a la calle a 21.000 sanitarios de los 80.000 contratados para la pandemia. La dulce victoria y, en poco tiempo, su amarga trastienda de despidos a los héroes de ocasión. De los aplausos enardecidos al atardecer, a volver la cara a quienes de ángeles salvadores han pasado a caídos en la batalla. Como suele suceder, a los veteranos de guerra no los quiere nadie. Paralelamente, no para de hablarse de los efectos psicológicos colectivos e individuales del periodo pandémico, algo más latente y demorado en el tiempo que la cantidad de agujeros del cinturón que más de uno hemos tenido que ir liberando. Esa neurosis múltiple merecerá trato aparte cuando el ruido pos-Covid deje a la vista las heridas. Quizá intuya alguna, dentro o fuera de usted mismo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios