La tapia con sifón

Hosteleros

Porque el Berrogui era, para aficionados y discípulos, uno de los mejores cocineros que ha tenido nunca Almería

Un amigo que sabe que colecciono -y a veces publico- conversaciones oídas en los bares, me cuenta lo que le pasó hace poco en uno de la capital. Una vez sentados a una mesa, piden tres cervezas y una copa de tinto; el camarero llega con el pedido en la bandeja y pregunta: -¿Cerveza?... ¿Cerveza?... ¿Cerveza? Y una vez colocadas las tres cañas, le sirve el vino al cuarto cliente. Mi amigo, atónito, dice que por qué el camarero no ha preguntado primero por el vino, que sólo era uno. Pero le contesto que es una situación muy poco original. Hace años nos pasó algo similar en la ya desaparecida cafetería El Alcázar, en el Paseo. En aquel caso éramos cinco y el pedido era de cuatro cafés solos y uno con leche. El camarero nos preguntó cuatro veces para quién era el café sólo -"¿sólo?"- y dejó el único café con leche para el final. No recuerdo si también preguntó para quien era el "conleche" o ya comprendió que tenía que ser para el que quedaba.

Para que no me digan que solo cuento sucedidos de camareros torpes o despistados, ahí va una conversación que escuché la otra noche en la terraza del Hotel Catedral, a cargo de una pareja aparentemente culta porque hablaban de temas varios y se les notaba enterados. En un momento dado pasan a hablar de comidas y él le comenta muy serio a ella que los cacahuetes son el único fruto seco que no sirve para nada. Es cierto que su composición difiere un poco de las de almendras, nueces o avellanas, pero sólo en que tiene algo más de grasas saturadas, en lo demás es casi igual.

Estrambote final: no pensaba hablar de la reciente muerte de dos grandes de la hostelería porque no me gustan las necrológicas. Primero, porque prefiero los elogios y los homenajes en vida. Y segundo, porque ese tipo de escritos acaban siendo un ejercicio de autobombo del que los escribe, que resulta que era el más amigo del difunto y el más apreciado por el artista o famoso desaparecido. Por eso me salté la columna del sábado pasado, pero no quiero dejar de recordar a Pedro Berrogui y a José Antonio Carmona, dos enormes profesionales de los que no abundan. Lo peor es que Pedro llevaba más de dos años trabajando en Murcia. Se ve que nos sobran cocineros de alto nivel. Porque el Berrogui era, para aficionados y discípulos, uno de los mejores cocineros que ha tenido nunca Almería. Y para más de uno, el mejor.

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