Cme embelesa, tal cual, leer y escuchar a los almerienses cantar a los cuatro vientos eso de "¡Hoy migas!".

No falta ni falla la curiosa expresión en el diccionario de mi tierra, incluso antes de que caiga la primera, tímida y dudosa gota sobre este desierto cinematográfico de sol y viento. Es una auténtica mezcla de orgullo, cierto "patriotismo" y comedia, que no falta en el plato de cualquier ciudadano de esta brillante tierra.

Me encanta, más aún, que el "grito gastronómico" llegue tan lejos, cuanto más mejor, aunque todos y todas deberían saber ya que, ahí fuera, en multitud de países (en mi caso lo expongo como modesto conocedor de una considerable parte de Europa, como ya mencioné en otro artículo anterior) se rifan los platos "made in Almería".

Cuando manifiesto, una y otra vez, que mi querida tierra brilla en el extranjero gracias al gobierno autonómico, no estoy mostrando un eslogan partidista barato. Estoy mostrando la realidad fundamentada en hechos y no palabras; éstas últimas muy utilizadas en el contexto provincial actual.

Una simple y llana prueba la tienen en la declaración de "Interés Turístico" a la "Ruta de la Tapa de Almería" por parte de la Junta de Andalucía, lo que convierte a la gastronomía del Indalo en "reclamo de oro", sin exagerar ni ir más lejos.

Si no lo creen, solo tienen que darse una buena vuelta por algunos países del centro y norte europeo y consultar un poco; solo un poco. Serán testigos del descomunal valor que tiene Almería como "puerta" (o puerto) de Andalucía...

Que no les cuenten milongas envueltas en bonitos "localismos"; esas suelen quedarse en casa o poco más allá.

Nuestra tierra brilla de verdad solamente en el marco de Andalucía como referente mundial, porque lo somos y ni siquiera tenemos por qué "creérnoslo" nosotros.

Lo somos... y ya está...

Así que, ciudadanos y ciudadanas, les animo a que no dejen de mostrar ese apetito ligado al arte culinario más oriundo, rico, variado y saludable de este paraíso de luz verdiblanca.

Que la lluvia nunca nuble vuestro gusto por los tesoros gastronómicos de casa, que en el extranjero se convierten muchas veces en auténtica envidia