Casi imposible

La negociación con Esquerra Republicana no es una negociación política ordinaria

Pablo Iglesias ha confirmado en la ronda de consultas que "queda mucho por hacer" para conseguir el Gobierno de coalición pactado entre su partido y el PSOE y lo más desapacible de esta afirmación no es que nos descubra que seguimos en la casilla de salida, sino el hecho de que se trata de una afirmación que se queda tremendamente corta mientras una de las variables de la ecuación que haría posible ese gobierno sea Esquerra Republicana. Y esto lo dice la lógica y la historia y lo avisó la propia Esquerra al ver que las anteriores negociaciones entre PSOE y Podemos iban a fracasar.

Y la lógica lo dice porque la negociación con Esquerra Republicana, como ocurriría con la coalición liderada por Puigdemont, no es una negociación política ordinaria, ni entre pares, y no lo es porque este partido no acude, ni habla, ni pide, ni acepta como lo que es, un partido político español, sino como lo que se considera, un representante de otra Nación y, si esta auto otorgada soberanía ya es motivo suficiente para que el entendimiento con esta fuerza política sea extraordinariamente difícil, ocurre que en este momento se dan dos circunstancias adicionales que obligan a este partido a darle intensidad a sus posturas y pretensiones si quiere mantener, y mantenerse, en lo que lo sustenta, la causa independentista: Que está negociación va ser vista por los votantes independentistas como la oportunidad para cobrar la gran afrenta que su Nación acaba de sufrir con el encarcelamiento, o destierro, de los líderes de esa causa y que, como las últimas Diadas muestran, el interés de la sociedad catalana por el desafío independentista está menguando.

Y la historia lo dice porque el discurso de hoy de Esquerra Republicana es el discurso de antaño de Esquerra Republicana. Así, por ejemplo, encontramos, en el diario de sesiones de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas de la Legislatura Constituyente, estas palabras del diputado Barrera Costa: "¿Cuál es el fondo del problema? El fondo del problema es la soberanía. Somos una nación, estamos convencidos de ello y no vacilamos en decirlo. Y, si estamos persuadidos de ser una nación, no es necesario ser muy listos para deducir nosotros solitos que tenemos derecho a la soberanía. Esta soberanía estamos dispuestos a compartirla, pero no podemos renunciar a ella del todo porque sería lo mismo que vender nuestra alma." (Sesión del 9-5-1978). Y el aviso llegó a través de Gabriel Rufián cuando, en unos de los pocos momentos de su tiempo en la política nacional en los que ha dejado su papel de agitador mayor, advirtió, desde la tribuna del Congreso, de que una sentencia del procés condenatoria obligaría a su partido a ponerle precio a su apoyo. En fin, una muestra de lo que podía ocurrir y ha ocurrido, y de lo que el PSOE podía perder y ha perdido, con las nuevas elecciones.

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