IO, SATVRNALIA!

Diviértanse mucho, gasten poco y recuerden que los seres humanos compartimos más coincidencias que diferencias

Viene poniéndose de moda felicitar el Solsticio de Invierno, las Saturnales o el Sol Invicto, como si mencionar las Navidades fuera cosa antañona. Sin embargo, todas ellas me parecen bien si quien felicita sabe por qué lo hace y le traslada al prójimo un sincero deseo de alegría y felicidad, sin veleidades de ñoña corrección política.

Las celebraciones saturnales ("Saturnalia", en latín), como las del Sol Invictus, más tardías, fueron sustituidas en el siglo IV de nuestra Era, cuando el Papa Julio I decidió que Jesús había nacido un 25 de diciembre. En la Roma antigua se veneraba a Saturno, el que se comió a casi todos sus hijos para que no le quitaran el trono. Sí, el del cuadro de Goya, el que llegó a ser unido con el Cronos griego. Representado como un anciano con barba blanca y una hoz, simbolizaba el paso del tiempo y la muerte del año astronómico. Sus fiestas caían bien entrada ya la segunda mitad de diciembre. Se nos transmite, además, que en ellas se celebraba la igualdad entre las personas, se hacían regalos y banquetes y, en general, se trastocaba todo como símbolo de libertad. "IO, SATVRNALIA!", gritaban, y todo el mundo a divertirse. Al principio, era sólo un día de celebración, pero poco a poco fue convirtiéndose en un festival de casi una semana: ¿o es que pensaban que los romanos no fueron como nosotros? Saturno era un dios cruel y comeniños, pero también el marido de Ops, la diosa de la riqueza, como si con eso nos quisieran decir que sí, que el invierno es una estación difícil, pero que es el preludio del revivir de los días, las temperaturas y los campos. Felicidad por felicidad, luz por luz, esperanza por esperanza, la vida renaciendo y el futuro apuntando. No hay mal que cien años dure.

En estas festividades podemos reconocer el anhelo humano de volver a disfrutar de días bellos y cálidos y la confianza en que, estemos como estemos, siempre podremos mejorar en nuestra situación. Incluso los tiempos más oscuros quedan atrás, luego no nos dejemos llevar por los que viven de hacernos creer que el Armagedón, el Juicio Final o el último día de la Humanidad están a la vuelta de la esquina esperándonos. Permítanme desearles que se diviertan mucho y gasten poco y que recuerden que los seres humanos compartimos más coincidencias que diferencias. Feliz Navidad, IO SATVRNALIA! o como prefieran. Simplemente intenten ser felices, le pese a quien le pese.

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