Miquel Iceta es un profesional de la política con una amplia y dilatada experiencia como dirigente del PSC. En un tiempo que ha despreciado y criticado las trayectorias de políticos con muchos años de servicio público, reconforta ver que ese caudal de profesionalidad en unos casos es reconocido por la ciudadanía y, en otros como el de Iceta, puesto al servicio de altas responsabilidades dentro del Gobierno de España.
Habrá muchas personas que no estén de acuerdo con la concepción que Iceta tiene de España, su idea de la unidad del Estado o de su apuesta por la diversidad. No pretendo en estas líneas defender sus planteamientos, porque dudo de la posibilidad de convencer a aquellos que piensan diferente. Mi única pretensión es defender modestamente y con cierta distancia, el hecho de que por una vez haya triunfado la política en estado puro. Porque eso es lo que supone el nombramiento de Miquel Iceta: el triunfo de la política, de una carrera dedica al servicio público, honesta, comprometida siempre con la ciudadanía, adscrita siempre a las mismas siglas, y desempeñada con entusiasmo y convicción.
Lo que digo no está ni mucho menos reñido con la necesaria renovación de los partidos, ni con la conveniencia de que determinadas responsabilidades se desempeñen por períodos de tiempo limitados, sin que nadie se eternice en los cargos. La cuestión es que en los últimos años parece que la política es la única actividad en la que la experiencia en lugar de ser un grado y una ventaja es un impedimento y una carga. Vemos como en democracias como la estadounidense o la alemana, políticos profesionales con muchos años de experiencia, están recibiendo el reconocimiento de sus partidos y posteriormente son avalados por la legitimidad que proporcionan los votos.
Sería aconsejable hacer compatible la imprescindible renovación con la experiencia de personas que atesoran un caudal del que se sólo se dispone con el paso de los años. A la juventud, el entusiasmo y la frescura de los nuevos dirigentes conviene acompañar la experiencia, la memoria histórica y la serenidad de aquellos que lo han visto y vivido casi todo en política. Por eso estoy convencido de que en muy poco tiempo vamos a ver a un gran ministro en acción, desplegando sus mejores actitudes y haciendo política, que es lo que mejor sabe hacer.
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