La tapia con sifón

Ida y vuelta del café

Solía ser de baja calidad y encima se mezclaba el natural con torrefacto no sé si por ahorro o nostalgia

No llueve ni café. Y menos mal, porque con esta moda de las cápsulas sería una granizada muy peligrosa. La comodidad casi siempre tiene efectos secundarios. El peor en este caso es la ingente cantidad de aluminio que va a parar a la basura: sólo se recicla un 20% de los muchos millones de capsulas que se consumen. Otro (d)efecto de las capsulitas es que el café que proporcionan no es gran cosa, suele estar entre pasable y francamente malo. Total, que hemos pasado del "café" de cebada hervido en una olla a la monodosis en aluminio, con un breve intervalo en el que hemos podido tomar café de café y elaborado en condiciones. Durante décadas, las más ominosas del franquismo, en este país apenas había café, por lo que la inmensa mayoría tomábamos una infusión de cebada tostada o de achicoria. En la Almería de los cincuenta sólo recuerdo el de cebada, en un tazón con leche, azúcar y pan migado. Poco a poco se fueron abriendo las fronteras y empezó a llegar algo de café (además del que entraba de contrabando por Gibraltar). Solía ser de baja calidad y encima se mezclaba el natural con torrefacto -incluso mitad y mitad- no sé si por ahorro o por nostalgia del gusto a quemado de la malta. Aparte del mal sabor (a algunos todavía les gusta), tenía un apreciable efecto laxante; los aquejados de estreñimiento tenían una larga lista de locales con cuyo café se iban "por las patas abajo" en minutos. Para la dolencia contraria se usaban los garbanzos "torraos", disponibles también en los bares.

He estado muchos años sin tomar café en los bares, hasta que empezaron a proliferar por Almería los buenos tostaderos, las máquinas de calidad y bien mantenidas, con agua mineral o filtrada, y el grano molido en el momento de preparar la bebida. Las manos son muy importantes: he tomado cafés muy distintos hechos con la misma marca, incluso en el mismo bar. La señal más evidente de un café bien hecho es que la espuma sea consistente, de un par de milímetros de espesor y de color avellana tostada con pintas más oscuras. Si la espuma es marrón o se disuelve rápidamente es que hay defectos de elaboración. El aroma y el sabor dependerán también del tipo y la calidad del grano. Los de cápsula suelen dar el pego en el aspecto, pero no la boca, donde no suelen ser gran cosa. Y encima gastan aluminio a mansalva.

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