¿Ideologías?, sí gracias

No todo lo subjetivo es ideológico. Lo ideológico incluye un proceso de racionalización, por lo que está lejos de ser un capricho

Me llama la atención que alguien pueda decir que algo es "muy óptimo". ¿Sabrá lo que quiere decir que algo es "óptimo"? Claro que tampoco debe saberlo muy bien quien, refiriéndose a un proceso electoral que está rodeado de dificultades, espera que tenga un desarrollo "óptimo". A veces creemos que reforzamos nuestra posición usando algunas palabras más o menos grandilocuentes. Estos son solo dos ejemplos que pueden pasar por ser algo anecdótico. Hay, sin embargo, otros casos en los que las repercusiones del uso posiblemente equivocado de algunas palabras pueden ser algo más graves. Me he referido varias veces al uso y al abuso de la palabra "ideología". Y hoy quiero volver a la carga. Es bastante usual el intento de descalificar algunas posiciones de adversarios políticos tachándolas de "ideológicas". O exigir que a la hora de llegar a acuerdos se dejen de lado las "ideologías". Yo me pegunto entonces qué es lo que quieren dar a entender por el calificativo "ideológico". Se me ocurre, después de pensarlo, que alguien que "acusa" a otra persona de moverse por motivos "ideológicos" está queriendo decirle que se encastilla en una posición irracional, emotiva, interesada y, en cualquier caso, falsa. A su vez, con esa actitud está dando a entender que "su" posición, por contra, tiene la aureola de ser racional, ajustada a la realidad y, por tanto, verdadera. En modo alguno comparto esta segunda idea por más que pueda estar de acuerdo con algunos de los rasgos que achaca a la ideología. Difícilmente se puede considerar "objetivo" el contenido de una ideología, porque tiene un fuerte componente subjetivo. No obstante, no todo lo subjetivo es ideológico. Lo ideológico comparte también un proceso de racionalización por lo que está lejos de ser un capricho. Incluye, de alguna forma, una fundamentación más o menos racional de valores asumidos. Creo que es imposible sustraerse a la propia ideología. Como las narices, todos tenemos una. Por eso, exigir que se deje al margen la ideología al discutir la solución de un problema es pedir un imposible. El problema es dogmatizar y elevar a inmodificable la posición propia: se puede llegar a un acuerdo conjugando ideologías diferentes al huir de las posiciones extremas. Pero eso no es renunciar a la propia cosmovisión. Por ejemplo, aceptar o rechazar la construcción del hotel de Genoveses descansa en ideologías diferentes, pero no por eso carecen de legitimidad.

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