Crónica Personal

Iglesias, el mayor adversario de sí mismo

No lo expulsará de la política ni Sánchez, ni Casado, ni los que dejeron Podemos, como Errejón. Se ha expulsado a sí mismo

Ha pedido la indemnización que le corresponde como ex vicepresidente de Gobierno, y tiene derecho a hacerlo. Pero hay un dato revelador: Salvador Illa no la pidió. Las comparaciones son odiosas y en política probablemente más que en cualquier otro sector. Pero si algo daña a un dirigente de la extrema izquierda que arremetió de forma implacable contra los políticos que cobran importantes sueldos, es que él mismo se entusiasme con la posibilidad de cobrar también un alto sueldo. Porque 5.300 euros lo es, probablemente no hay votante de Podemos que conozca la sensación de recibir esa cantidad a fin de mes. Con un agravante: los 5.300 euros corresponden al 80% de lo que cobraba como vicepresidente, lo que supone que durante su paso por el Gobierno cobraba más de 7.000 euros mensuales. No está mal para quien dedicaba las frases más feroces, las críticas más hirientes, a quién llamaba "la casta". Le faltó tiempo para apuntarse a esa casta y además exigió a Sánchez que también incluyera en el Gobierno de coalición a su mujer. Los que decían que entre los dos se levantaban 10.000 euros al mes se quedaron cortos.

A Pablo Iglesias no le expulsará de la política Pedro Sánchez, ni Pablo Casado, ni tampoco aquellos que fundaron Podemos con él y que se han ido a su casa o fundaron un partido, como Íñigo Errejón. Iglesias se ha expulsado a sí mismo. Por su afán desmesurado de vivir como un rico -como llamaba a los propietarios de un chalé- o de reclamar el dinero que le corresponde como "ex". Que en principio solo cobrará durante un mes, si es cierto lo que prometió, tomar posesión del escaño en la Asamblea de Madrid después del 4 de mayo. Habrá que ver si efectivamente Iglesias tiene la intención dedicarse solo a la política madrileña, ya que ha dicho también en TVE que no piensa presentarse a la reelección como secretario general de Podemos.

En política importan mucho las cuestiones personales. La corrupción por supuesto, torres muy altas han caído por llevarse crudo lo que no les pertenecía; pero también pasa factura el afán de ganar dinero cuando se presumía de lo contrario -aunque se gane lícitamente-, pasa factura el nepotismo, el dar poco palo al agua, el actuar en función de filias y fobias o anteponer intereses de partido a los intereses ciudadanos, y en ese sentido Iglesias ha sido un campeón. Aunque hay que decir en su favor que para ello ha contado con la ayuda inestimable de Sánchez, que no sale bien parado de su acuerdo de coalición con Pablo Iglesias.

Qué hará Iglesias después del 4-M es una incógnita, probablemente no lo sabe si él. Pero está claro desde hace tiempo que él es su principal adversario, el principal enemigo, de sí mismo.

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