Impresiones tras el 10-n

Sentimientos al margen, no va a tener el mismo peso en Europa un país de 8 o de 40 millones de habitantes

L O que cabe esperar tras las elecciones es que el PSOE estire un poco más la cuerda pidiendo la investidura para terminar formando gobierno con Podemos. A Pedro Sánchez le quitaba el sueño la presencia de Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros. Pero le quita, sin duda, mucho más el sueño dejar la Moncloa o convocar unas nuevas elecciones, que pueden ser ya un peligro cierto para sus intereses.

En estas elecciones se trataba además una cuestión política con importantes repercusiones económicas. Cataluña es signo de algo más general, de una pregunta que flota en el aire: ¿qué país somos? El resultado nos deja la sensación de que vamos por el camino de Bélgica o de Gran Bretaña y no por el de Francia o Alemania. Diez millones y medio defienden que somos una nación; un millón y medio más han elegido lo contrario o no se sabe exactamente qué. Un presidente, que prefiere callar cuando le preguntan cuantas naciones existen en su país, muestra en qué lado se sitúan el PSOE y la mayor parte de sus afiliados.

Con estos datos más vale tenerlo claro. Probablemente seremos en el futuro una amalgama de naciones más o menos disimulada bajo una etiqueta ambigua. Y quizás sea mejor irse preparando. Sentimientos al margen, no va a tener el mismo peso en Europa un país de 8 o de 40 millones de habitantes ni se tiene la misma capacidad de resistencia cuando vienen mal dadas.

¿Se puede revertir la situación actual? Lograrlo requiere una prudencia y una unidad de acción que hoy se antojan imposibles de conseguir. Para muchos, el silencio y el mirar hacia otra parte son un legado que habrá que 'agradecerles' al tacticismo del PP y del PSOE. Centrados en las discrepancias menores, solo han coincidido en no querer ver los problemas de fondo hasta crear la situación actual. Al otro lado, VOX toma el relevo de Cs y los dos grandes partidos deberían saber que no tiene más de 50 escaños por casualidad.

El domingo fue un día nublado, frío. En los colegios electorales se veían dos tipos de personas. Unos iban a votar tan contentos y ufanos por haber tomado la decisión correcta. Y otros caminaban en silencio, llenos de dudas sobre el presente y el porvenir. Nosotros estamos más bien entre los segundos. Han pasado siete meses desde abril, la crisis y el paro revolotean cada vez más cerca, las horas de luz disminuyen y el frío parece que va a seguir.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios