In memorian de don Jesús

Y aprendí, y bebí, de sus reflexiones y sus propuestas aireadas en la prensa local

No tuve la ocasión de conocerlo ni la suerte de tratarlo en vida, aunque sí recuerdo cierto resabio interno de folklorismo localista y crudo descreimiento, cuando supe, hace unos lustros, de su apuesta por una peculiar Asociación de los Amigos del Ferrocarril almeriense, (Asafal), que presidió este don Jesús Martínez Capel que digo, a quien por entonces tomé por ese paisano quijotesco y cómo no, dicho sea afablemente, tan "chalao", como aquellos otros que también defendían declarar monumentos a las tétricas torres de la Térmica o al horrendo Toblerone, solo porque configuraron los paisajes de su infancia. ¡Mira que añorar el ferrocarril de Almería!, (o algo así, supongo que me diría), cuyo único y más que dudoso mérito en esta tierra, consistía en encabezar, durante decenios, el ranking de los trenes más lentos de Europa, superando incluso a los griegos. Si no recuerdo mal, el Directo, de Almería a Granada, circulaba allá por los setenta, a una media de 40 Km/h, pero se pagaba suplemento de "velocidad", porque el otro, el Correo, no pasaba de 32 Km/h. (según le oí al inolvidable Profesor Cazorla). Y de pronto, surge por Almería una colla de nostálgicos, añorando la proeza ferroviaria almeriense. No me digan que no parecía locura, inocua, porque mal no hacían a nadie, pero locura sí que parecía. Así que lo tomé como una ventolera litoraleña que tanto menudean y lo relegué entre los eventos prescindibles. Pero eran tercos, oiga, y de un día para otro pasaron de conmemorar el centenario de la vía férrea, a reivindicar, con criterios sólidos, no el triste pasado sino las mejoras que al desarrollo local podía y debía aportar un ferrocarril moderno. Acaso el medio de comunicación más sostenible y eficaz entre todos los posibles. Y me aficioné a leer los discursos de D. Jesús. Y aprendí, y bebí, de sus reflexiones y sus propuestas aireadas en la prensa local. Y alguna vez me hice eco de sus ideas para optimizar los servicios ferroviarios, porque las creí lúcidas (daban luz). Paisanos así, son los que nos mejoran a todos. Estos días supe de su fallecimiento y no dejo pasar el luctuoso evento sin rendir homenaje a este vecino amable y empecinado, que siempre afloró entre sus cuitas, un cierto aroma de aquel orgullo, a lo Fierro, de ser "…gaucho entre el gauchaje / y nadie entre los sabios, / aunque sentía suyos los agravios / que hicieran al paisanaje". En paz descanse, D. Jesús.

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