Independence day

Diferenciarse del derredor es un proceso situado en el límite del mundo. El hecho diferencial es complejo

Existen dos argumentos poderosos en torno al proceso independentista. El primero de ellos es bastante demostrable. En una sociedad democrática donde existe una vía para la consulta social, y para el referéndum, resulta muy extraño que no se utilice y que se acuda premeditadamente a una vía que no existe en la legalidad. Sin menoscabo del problema del derecho a la identidad, y a la libre decisión, y descartando diatribas inútiles basadas en fundamentalismos y radicalismos, la opción de no seguir el estado de derecho implica una vía con muy pocas garantías de éxito y con muy poca seguridad jurídica. Este camino sin duda se aleja de la construcción de una idiosincrasia propia y se acerca a la de un acto de piratería política. Si existe una vía legal para la consulta popular lo es precisamente para que todos puedan decidir con garantías y para que nadie arruine la democracia y la convierta en un acto de manipulación. Por otro lado existe otro argumento muy atractivo. No obstante este es una opción ideológica personal. Estamos envueltos en un proceso de globalización. Eso significa que estamos afectados por una economía global, una evolución tecnológica y una deriva geopolítica donde se tiende a liberalizar y democratizar las políticas mundiales a través del colaboracionismo y la interculturalidad. Esto que es el presente, en lugar del futuro, señala como retrogradas a las posturas segregacionistas. En un mundo global un independentismo no puede ser otra cosa que anacronismo. Obviamente debe existir el derecho a tener una identidad y a decidir sobre ella, pero como un acto de responsabilidad y no como un acto de soberbia. La lucha por lo propio implica la defensa de las tradiciones y la protección de sus ciudadanos. Con esto pretendo decir que se debe ser lo suficientemente lucido como para aspirar a un modelo de identidad que no ponga en riesgo a los beneficiarios de la misma, ya que alejarse de la globalización en mayor o menor medida supone un aislamiento y un alejamiento del proceso social mundial. Yo estoy seguro que a la gente de la calle, incluso los independentistas, estas diatribas les preocupan mucho. Entre elegir la vía legal o la ilegal hay un límite demasiado próximo al vacío. Supone decidir hasta que punto estamos dispuestos a darles la espaldas al mundo y recluirnos en una porción de tierra invadida por nuestras ambiciones.

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