Carta del Director/Luz de cobre

Infinitas gracias a mi pueblo

Seguiré soñado con mi tierra, porque en ella mis raíces sentimentales hayan el mejor bálsamo vital posible

Todavía me embarga la emoción. No hay momento más importante en la vida de un ciudadano que aquel en el cual está siendo proclamado Hijo Predilecto del pueblo en el que nació, y no casualmente, sino en el seno de una familia que tiene en él raíces seculares. En Doña María vive mi madre y mi hermana, vivió mi padre, vivieron mis abuelos, agricultores, que trabajaron la tierra hasta la extenuación y sufrieron los rigores de la guerra, con el destierro y con la cárcel. Tanto mi abuelo como mi padre fueron en realidad filósofos de la vida, y el honor que me ha hecho mi pueblo, Doña María, recae sobre mis espaldas y transciende, desde luego, a ellos; incluso sus palabras y sus historias fueron las primeras que yo pude escuchar. Y no hay momento más importante porque no hay un honor comparable al honor de ser acogido por su propio pueblo como hijo suyo predilecto, sobre todo cuando aquí han tenido hijos tan ilustres como Manuel Lao y Antonio Pérez Lao. Coincidencia en apellidos y en amistad con ambos. Al recibir la noticia de que el Ayuntamiento de Las Tres Villas había pensado hacerme Hijo Predilecto, me asombró como me afectó la comunicación. De pronto, aparecieron todo un cúmulo de sensaciones, de vivencias guardadas en el fondo del cajón de la memoria en las que ni siquiera había reparado antes, concentradas todas ellas con una intensidad que llegaron a sorprenderme. Fue como si visualizara de nuevo toda la red afectiva y de lazos familiares que marcaron mis primeros años, mi infancia. Allí, en Doña María pase los primeros 18 años de mi vida y, sin embargo, puedo recrear vivídamente momentos muy concretos, como si éstos se hubiesen dilatado mucho en el tiempo. Pero también es verdad que siempre vuelvo a Doña María: cualquier ocasión me parece un momento oportuno para volver a sentir mi tierra. De niño, soñaba en Doña María. Ahora, no puedo vivir en mi pueblo, pero quiero "vivir soñando -con él- como quien busca un rincón, un rincón de amor". Y ahora, después de este homenaje que sobrepasa todas mis expectativas y méritos, seguiré soñando con mi tierra, porque en ella mis raíces sentimentales encuentran el sustrato del mejor bálsamo vital posible. Muchas gracias de todo corazón, porque parte de él seguirá prendido del tejido de este nostálgico y balsámico paisaje afectivo. No tengo palabras para agradecer al Ayuntamiento de Las Tres Villas, a toda su Corporación Municipal que, por unanimidad, me hayan hecho el mejor regalo de mi vida y que nunca llegué a imaginar. La dádiva más hermosa de mi pueblo Doña María, en el que pasé poco tiempo, pero que ha marcado toda mi vida y en cuyo paraíso, el paraíso de mis recuerdos, acabo de entrar al ser nombrado, por vuestra generosidad, hijo predilecto. Queridos vecinos, siempre podréis contar conmigo porque "no es de bien nacidos no ser agradecido".

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