Influencers

Al repetir la misma falacia multitud de veces el pueblo se satura y termina dándola como verdad

Espere unos minutos. Volveremos después de la publicidad". Llevamos décadas escuchando esto y casi siempre solemos cambiar rápidamente de cadena de televisión para evitar ver la ristra de anuncios protocolarios. En ese instante pensamos que tenemos el control. Sin embargo eso nos es así. Si identificamos publicidad con "anuncio", y con sociedad de consumo, es cuando de verdad tenemos de todo menos el control. La publicidad, la información tratada, los inputs están en todas partes, hasta en el mundo de la política. No solo está asociada a la idea de una marca sino que es un recurso muy útil para manipular y conducir a la sociedad. Y aunque pensemos que no, nuestro estilo de vida está lleno de condicionamientos provenientes de la publicidad: hasta nuestros deseos de ser antisistema, ya que hay una subcultura de la oposición que ha sido captada por una iconografía estética que ya está vendiendo sus productos en comercios especializados. Si el presidente Donald Trump, por ejemplo, obtuvo éxito en su campaña electoral fue sin duda debido al uso de la publicidad y al de su gabinete de influencers, no porque sus argumentos fueran mejores que los de Hilary. En nuestro país tenemos multitud de ejemplos, pero la expresión que mejor recoge lo facturado in spain es "La piratería política". Podríamos definirla como el uso de la publicidad para manipular al votante; hace acopio de las técnicas de la segunda guerra mundial y repite excesivamente la misma falacia hasta que la sociedad la asume como verdad. La muchedumbre llega el momento en el que se satura y no sabe distinguir la percepción de la información procesada. Y hoy en día con tantos medios y redes sociales el proceso de saturación es casi instantáneo. Basta con decir que el pueblo necesita la independencia para que la gente, que no se planteaba estas cosas, de por real dicha necesidad. Detrás de todo, están los piratas políticos en busca de poder, como digo. Con sus estrategias maquiavélicas y la vieja idea de que el fin justifica los medios manipulan a una comunidad de votantes pasivos y poco reactivos que han perdido todas las oportunidades de oponerse masivamente a la crisis económica. Y mi reflexión no puede ser otra, diríase moraleja: ahora más que nunca es cuando hay que centrarse en la realidad y los comentarios de las personas en la vía pública, en sus necesidades objetivas. En nada más.

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