Entre los efectos perniciosos de la brutal inflación que nos aqueja, destaca la subida de las materias primas. En la economía casi todo depende de las expectativas de empresas y consumidores. Por eso, la previsión de que las cosechas de cereales de Ucrania y Rusia van a ser bastante más cortas de lo habitual por culpa de la guerra, ya han hecho que suban un mogollón los precios de las materias primas. Es cierto que la guerra afecta a las cosechas, pero además se complica la cosa porque se trata de grandes volúmenes que hay que exportar por barco, que es lo más cunde. Pero ya, aprovechando, no solo suben los precios de los cereales, sino que le aplican el porcentaje de "recuperación" a los precios de los combustibles, los aceites, las bebidas, la soja…y de todo lo que salta, nada, corre o vuela. Porque los que marcan los precios pensarán que más vale prevenir que curar. Si luego esas materias o suministros no suben tanto como se esperaba, eso que llevan adelantado. Entre los sectores afectados hay uno que ya ha manifestado públicamente su temor a una bajada notable de su facturación: el funerario. Los empresarios de este gremio dicen que van a perder mucho negocio por culpa del final de la pandemia. Como dice el presidente de los funerarios orensanos "es indudable que estos dos años de pandemia fueron muy positivos para el sector". Según datos de la asociación empresarial PANASEF, mientras que en 2019 habían facturado 1.565 millones de euros, en 2020 el sector saltó a un volumen de ventas de 1.700 millones. Desconocemos la cifra de 2021, pero seguramente fue similar.

No hace falta un informe del Banco Central Europeo para colegir que estas cifras tan brillantes no se van a repetir en 2022. Y eso es lo que temen los empresarios. A pesar de que se hayan abierto nuevos nichos de mercado con la aparición de la viruela de los monos, la mosca negra, y otras pandemias que nos amenazan, es casi seguro que no van a compensar la bajada de defunciones de la Covid.

Así que para tratar de compensar la baja de la mortandad, presentan novedades que resulten atractivas para los consumidores, como urnas hidrosolubles, ataúdes para ateos y otros tuneados; piezas imantadas que se pueden colocar luego en el frigorífico y hasta una carroza fúnebre eléctrica de marca Tesla. Este ejemplo de innovación debería ser imitado por los demás sectores productivos, en vez de dedicarse, como es habitual, a hondas lamentaciones y a peticiones de reducción de impuestos.

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