Imaginemos que queremos buscar soluciones para alguna cuestión que consideramos muy relevante: medio ambiente, energía, distribución de la riqueza, desigualdades, guerras, economía… seguro que se nos ocurren muchos temas que tratar. Imaginemos entonces que alguien organiza un encuentro de personas expertas para hablar de ello. Lo más probable es que se cuente con las personas de ciencia: algún titulado en biología, algún físico, algún químico, un matemático, un ingeniero informático o agrícola… Pero con esto no sería suficiente. Es necesario tener en cuenta la perspectiva social, o de lo contrario podemos caer en el eficientismo sin pensar en las personas. Entonces, sería necesario convocar a la reunión a algún historiador, algún psicólogo, alguien relacionado con la lengua (las lenguas extranjeras también) para comunicar el mensaje, algún filósofo que ayudara con teorías y analizara pros y contras, incluso no vendría mal que interviniera alguien especializado en el mundo clásico (por ser la base de nuestra cultura), alguien que tuviera en cuenta la ética, las distintas religiones y la perspectiva de género… Además, sería interesante incluir la enorme creatividad que las artes plásticas o la música pueden aportar, sobre todo por explorar mundos que no existen, por buscar ideas divergentes. La actividad física y el deporte también son esenciales para el ser humano, por lo que deberían ser tenidas en cuenta.

En mis años como universitario me maravillaba el distinto ambiente que había según la facultad que visitabas, simplemente cuando ibas a ver a unos amigos, o en las distintas fiestas que organizaban. Es impresionante cómo aquello en lo que nos esforzamos durante muchos años de nuestra vida (obtener una licenciatura, o un grado) determina nuestra forma de pensar, sentir y ser. O tal vez fue al contrario, fue nuestra visión del mundo lo que nos llevó a elegir esa y no otra área de conocimiento. Eso da igual. El caso es que resultaba súper enriquecedor relacionarse con personas tan diversas.

Esos lugares de encuentro ya existen. Se llaman «Institutos de Educación Secundaria». Creo que hay pocos lugares en nuestra sociedad donde confluyan tanta diversidad de personas especializadas en temáticas tan dispares, que a la vez pueden ser complementarias. ¿Por qué no aprovechar todo ese talento para construir la mejor escuela posible, el mejor de los mundos posibles?

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