Irma la dulce

Ella es optimista, positivista y siempre mira hacia delante. Yo estoy contigo, Inma (perdón, Irma)

Irma es un nombre de mujer y no es lo mismo que Inma. Ella se llama Irma Soriano y es presentadora de televisión desde que se inventó por segunda vez, es decir, cuando Jesús Hermida volvió de Estados Unidos y nos enseñó qué era de verdad la televisión. Antes sólo había programas de coros y dan-zas, crónicas de pueblos, teatro en la tele (uy que antiguo, menos mal que lo quitaron), entrevistas hechas por gente que sabía algo de los entrevistados y cosas así. Pero vino Jesús Hermida y nos enseñó que la tele es algo más, es un magazine por las mañanas con descubrimiento de presentadoras que se llamarían las chicas Hermida. Y ahí empezó esta tele tan intelectual de la que disfrutamos. Y ahí empezó Irma Soriano. Pasó el tiempo, llegó el toma-te del bueno e Irma no quiso (como la Campos, también "chica" Hermida) vestirse de petardeo y famoseo las 24 horas del día y encima tener prole más famosa y más petarda. Y eso se paga, Irma. Irma fue reculando pixel a pixel desde el tubo catódico hasta las pulgadas planas, desde el post-torito y la post-sevillana de encima del mastodonte a el soporte de las pantallas hiper-delgadas, y recaló en la TRECE, la televisión maldita de abuelos con mesa de camilla. Dije presentadora y es ex presentadora porque ahí presentaba películas del oeste fingiendo que le interesaban y que íbamos a disfrutar de una tarde estupenda. Presentaba el maravilloso mundo de las películas más mediocres y casposas del mundo, el oeste, la aventura, el final del fin, que llegó para una Irma a la que le dijeron (me imagino en mis pensamientos), mira Irma, ponemos las películas y ya está, o ponemos una chica más joven así como de becaria, total para presentar películas del oeste no hay que ser una leyenda Hermida. Y la leyenda Hermida herida se acercó al suburbial mundo cuché para ensayar el llanto que dispara el share. Necesita trabajo, nadie la quiere contratar, ella tiene que salir en la tele. Para aplacar el mono ahora tiene un canal en Youtube. No me da dinero pero me da presencia, dice. Como la escritora que gana el premio Planeta y ahora no llega a fin de mes, Irma navega en el mar de los artistas/periodistas que no acudieron a los cantos de sirena del mundo real y se amarraron al mástil de la honestidad. Pero ella es optimista, positivista y siempre mira hacia delante. Lástima, qué mito del perdedor nos perderemos. Yo estoy contigo, Inma (perdón, Irma).

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