Izquierda espuria

España sería el país europeo con más volumen de gente candorosamente autodefinida como de izquierdas

En el sistema capitalista la izquierda no puede gobernar. En primer lugar por la propia naturaleza del sistema y en segundo lugar porque, en realidad, la izquierda no existe. Me explicaré. El capitalismo es, al parecer, la única forma de organización social posible, que todos hemos aceptado -pese a las críticas continuadas al mismo- y de la que todos somos cómplices necesarios casi desde el origen mismo de las civilizaciones y la instauración de las formas más básicas de comercio e intercambio. Ha surgido de una forma espontánea, con arreglo a nuestra dual naturaleza animal-racional y ha perdurado hasta hoy. Las recientes políticas socialdemócratas o keynesianas -que no son realmente de izquierdas y hoy las aplican todos los partidos políticos a los que se permite gobernar- han paliado y ralentizado un poco la tendencia depredadora del sistema, instaurando un oscilante estado de pseudobienestar donde las grandes desigualdades se mitigan en parte y una mayoría de personas pueden trabajar y disfrutar de un pequeño tiempo de ocio. Estas políticas impiden los posibles estallidos revolucionarios y mantienen al mundo desarrollado en su particular huida hacia delante. Pero el poder es siempre conservador, está en manos de particulares y su arma es el dinero, que lo puede todo. Por eso no habrá nunca gobiernos de izquierdas. Y aún más: también porque la izquierda no ha existido nunca. Es un estupendo constructo teórico cuya facticidad deviene imposible. Es así por los intereses particulares y la conducta de cada individuo. No se es de izquierdas por lo que se piensa o se dice, sino por lo que se hace. El verdadero individuo de izquierdas, si existiera, renunciaría a la totalidad de sus bienes y patrimonio personales a favor de los necesitados y dirigiría su trabajo y esfuerzo para el bien común. Y todo lo demás son milongas. "Vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Y luego ven y sígueme". (Mc 10, 20-21). Así las cosas, los actuales partidos autoproclamados de izquierdas se mueven entre la impostura canallesca de los más antiguos, auténticos lobos con piel de cordero a la caza del votante ingenuo y fácil de engañar, y la inocencia buenista de los nuevos, que pescan entre una población muy tierna aún o idealista. En este sentido, según un reciente informe, España sería el país europeo con más volumen de gente candorosamente autodefinida como de izquierdas.

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