Jarabe democrático

Ahora estamos pendientes que la comunidad científica busque la vacuna o un tratamiento farmacológico

Lo acontecido el viernes, festividad litúrgica del San Josemaría Escrivá de Balaguer, en un acto de afirmación nacional de un grupo político con representación en las Cortes Generales con ocasión del proceso electoral autonómico en la región vasca, con el linchamiento dialéctico obsceno y agresivo del lanzamiento de objetos contundentes por parte de gentes discrepantes con una formación política, por el solo hecho de expresar en público su programa político y cuyo objetivo de esta acción violenta era silenciarlos e intimidarlos en su acción de transmitir sus ideas y pensamientos al encantador pueblo vasco español.

Determinadas ideas programáticas generan en personas de atrofiado egocentrismo y narcisismo político este tipo de presuntas conductas dolosas o culposas, al querer silenciar la voz de una parte de la sociedad vasca española, que sigue denunciado el comportamiento del nacionalismo marxista, que está llevando de forma sibilina la inseguridad a los barrios obreros y a la imposición del euskera en colegios y hospitales.

Sobre todo cuando desde la oposición bolcheviquizada se han dado cuenta, que en otras regiones, provincias o municipios, la participación en la gobernanza y la gestión llevan la impronta democrática en las decisiones de gobernanza y gestión, basadas en los intereses generales y sociales de los ciudadanos, dejando en el rescoldo eclipsado otros dogmatismos que no llevan consigo la unidad consensuada de la acción política.

Ahora estamos más pendientes que la comunidad científica busque la vacuna o un tratamiento farmacológico que sea eficaz para tratar con eficacia los contagios de la Covid-19, pero no es menos cierto, que desde instancias institucionales, en esas irascibles mesas de reconstrucción nacional, se deberían de inocular sin acritud, algún tipo de "jarabe democrático", de formación integral moral, que transmitiese en los sentires de los líderes investidos de autoridades, para acercarlos al constitucionalismo, el cual lo ampara en el privilegiado lugar que ocupan.

Constitucionalismo, en el que todos tenemos cabida, también católicos y padres de familia, todos los españoles de bien, basado en el respeto a los principios informadores democráticos del Título Preliminar, y evitaría la transmisión desinformadora de mentiras arcaicas compulsivas al público en general, que lo único que hacen es sembrar inquina en el prójimo, el cual tiene derecho a vivir esperanzado en la justicia social y el bienestar.

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