República de las Letras

Jodidos ciclistas

No nos gusta el diferente. La calle es para los coches, que son mayoría. La bicicleta es diferente porque es lenta

R ECIENTEMENTE, en una red social, una nota de la Guardia Civil -o eso parecía, que era de la Guardia Civil- decía: "Las carreteras convencionales dejan poco margen al error por su estrechez y, en algunos casos, por su escaso o nulo arcén. ¡Empatiza con el ciclista, dales al menos 1'5 m de distancia lateral al adelantar. Ellos también quieren volver a casa!". No pude estar más de acuerdo. La nota suscitó un gran número de comentarios a favor y en contra, algunos de los cuales traslucían o directamente aclaraban por qué esa frecuente animadversión que se tiene a los ciclistas. Para mi sorpresa, de esa actitud crítica se esgrimían causas en su mayor parte injustificadas y ajenas a los ciclistas, y eran las menos las que tenían que ver con el Código de la Circulación. Casi todo el mundo encubre, en sus críticas a los ciclistas, que, por ejemplo, le estorban en la calle y en la carretera para correr, frecuentemente para saltarse los límites de velocidad. Nadie confiesa que le jode encontrarse a un ciclista cuando lleva a sus niños al cole por la mañana con la hora justa, y reacciona como si el ciclista tuviese la culpa de su retraso en vez de pensar en levantarse unos minutos antes. Nadie diría que le fastidia que el ciclista haya salido a hacer deporte un lunes por la mañana mientras él va jodido al trabajo -jodido y con resaca; jodido y explotado, porque para lo que le pagan…-. Nadie se pararía a pensar que, en realidad, no nos gusta el diferente, que la calle es para los coches porque son mayoría y la bicicleta es diferente porque es lenta -aunque no aplican ese rasero cuando en el cole, al jugar al fútbol, su hijo es rechazado en todos los equipos precisamente porque es lento: en ese caso sería injusto despreciar al diferente, al lento-. El otro día, uno algo más estúpido me dijo que los ciclistas siempre deberían ir por los carriles bici y que habría que ponerles a éstos un muro a todo lo largo del camino para apartarlos de la calzada. Fui con él demasiado educado al plantearle que ¿y si el carril bici no va a donde yo quiero ir? ¿Y si voy a Berja o a Tabernas? ¿Y si hay obras en el carril bici?, etc., etc. Es curioso que todas las quejas afloren con los ciclistas, los débiles de la carretera, y no con los tractores, los camiones, los autobuses, las importunas furgonetas de reparto… Hay que pensar, así uno se hace tolerante. Y, mientras, cumplir las normas.

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