José Miras Carrasco

Maestro y profesor, agricultor, joyero, óptico, cocinero, escritor y poeta, diplomático y pensador...

Quiero rEcuperar estas líneas para recordar la figura de un personaje clave de la historia reciente de Albox y, por extensión, de la provincia de Almería. Mi amigo Pepe Miras Carrasco se ha ido, pero nos deja un recuerdo y legado imborrables. Los años y la experiencia no mermaron un ápice su voluntad de lucha y su firmeza de convicciones. Hace un tiempo pude pintarle un retrato para mi personal serie de amigos y personas más cercanas; un friso de personajes que, por lo menos en una de sus partes, se constituirá en galería de hijos ilustres de esta tierra, gentes de la Cultura, las letras y el pensamiento. Miras Carrasco es un nombre esencial en la historia de nuestra provincia. Hombre sabio y equilibrado como pocos, de criterio justo y profundísimo, experto y autodidacta en tantas cosas, perteneció a una generación que tuvo inmensas tareas a sus espaldas, personales y colectivas, en un tiempo de cambios sustanciales que cimentaron la base de nuestra convivencia y libertades actuales. Albojense de modesto origen, luchador incansable, pertenecía a la especie de personas capaces de crearse un criterio propio para casi todas las cosas de la vida y para las problemáticas esenciales del ser humano. Pasó por la política cuando ésta aún se revestía de una dignidad y responsabilidad auténticas; una porción de nuestra historia reciente en la que los representantes luchaban por los valores que hoy se dinamitan sistemáticamente. Integrado en la extinta UCD, fue alcalde de Albox, diputado provincial de Cultura, creador del Instituto de Estudios almerienses y Juez de Paz en Albox hasta hace bien poco. Impulsó un museo para su pueblo con varias colecciones deslumbrantes, entre las que destacaba una de fósiles, que desgraciadamente no prosperó por la incapacidad de otros. Maestro y profesor, agricultor, joyero, óptico, cocinero, escritor y poeta, diplomático y pensador... y unas cuantas profesiones más -cultivadas desde el autodidactismo y la sabia intuición- que yo probablemente desconozco; tal es el manantial de sorpresas, inagotable, que el personaje deparaba. Improvisado prete, tuvimos la suerte, mi esposa y yo, de que bendijera nuestra unión matrimonial hace casi dos décadas. En tal ocasión nos escribió un poema, bellísimo y emocionado, que conservamos con celo. Esta humilde columnilla aspira a ser modesto homenaje y gratitud a quien tanto estimé y valoro; espero que la provincia sepa hacerle el homenaje que merece.

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