Juan Cobos Wilkins, tras Visconti

El Riotinto de Luchino Visconti supone el quebranto del ser humano y de la tierra

Riotinto ha sido testigo vivo de los pasos del director italiano Luchino Visconti, en los años ochenta, donde se fraguó parte de su amor por las tierras onubenses. Riotinto fue testimonio del tacto de la herida, del surco que horadaba las tierras, tras los pasos del director y de su poeta, por excelencia, Juan Cobos Wilkins. En un intento de reencontrar a dos de los autores más significativos que han pasado por las tierras onubenses y que han acompañado al legado de Juan Ramón Jiménez.

Riotinto para Luchino Visconti es La Chanca para Juan Goytisolo. Es la herida, el dolor, el pliegue en la piel donde se desangraba una tierra que emergía desde la desigualdad social y la realidad obrera, en unos tiempos inciertos que amenazaban con volcar. Sin embargo, la memoria del espacio pertenece al lugar que lo habita, como afirma Juan Cobos Wilkins sobre las líneas de este vibrante libro, Luchino Visconti pasea por Riotinto, y lo representa de forma magistral Juan Manuel Castro Prieto, Premio Nacional de Fotografía, a través de las capturas de su cámara fotográfica. El Riotinto de Luchino Visconti supone el quebranto del ser humano y de la tierra. La tierra lacerada tras la erupción del volcán metálico que supuso el esplendor de las minas. Y la memoria fértil de los restos de las vidas que allí quedaron y que el espacio graba a fuego y roca. Los dos Riotintos, el del ayer y el del hoy, conviven junto con la fractura que aún queda viva y que con el paso del tiempo va tejiendo sus costuras, va sanando y va cicatrizando en trabajos de la calidad artística como el que hoy nos acompaña: Luchino Visconti pasea por Riotinto, de la Editorial de la Fundación Olontia. Un libro que representa el espejo de una Huelva silente y luminosa, más allá de las páginas y de las fotografías que relatan esa agua sangrienta que la infancia de Juan Cobos Wilkins recordaba y que el poeta imaginaba saliendo de las fauces de Santa Bárbara, como si de un clavel degollado sobre los labios de un fusil fuese.

Luchino Visconti pasea por Riotinto elude a un Riotinto oriundo, que se cierra en ciernes desde la memoria decrépita del pasado y que abraza los pasos perdidos de los hombres y mujeres que existieron entre sus rocas. Memoria viva de una Huelva en flor que nos ofrece su alma, ajada sobre la noche, y que se erige como la esencia de una tierra a la que nada le es impasible y que siempre retornará para cerrarse entre nuestros párpados.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios