La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Juanma desarma a Juan

El pacto con los sindicatos de la sanidad desactiva las protestas del sector y debilita a una oposición ya frágil

Con la firma, el pasado lunes, del acuerdo con los sindicatos para mejorar las condiciones de trabajo en la sanidad pública andaluza, Juanma Moreno ha desactivado en buena parte la protesta social contra su Gobierno y arrebatado al candidato socialista, Juan Espadas, su arma favorita de oposición. Ha sido una buena jugada.

El Servicio Andaluz de Salud se deterioró tanto en los últimos años de gestión socialista (por escasez de inversión en un sistema que exige una modernización permanente y cuyos recursos son, por definición, insuficientes) que fue una de las causas principales de la pérdida del poder por parte de Susana Díaz. La pandemia, obviamente, ha terminado de hacer saltar sus costuras, deteriorando la Atención Primaria y demorando la hospitalaria.

El pacto de esta semana trata de frenar la tendencia de los últimos años y suavizar las protestas que se habían ido enquistando en el sector sanitario. Mejora las retribuciones de 72.000 médicos y enfermeros y facilita sus carreras profesionales. Costará 170 millones al año, sin que se hayan explicado qué otras partidas se reducirán o desaparecerán para cubrir estos fondos, ya que los presupuestos están prorrogados desde el año pasado. En la misma dirección de pacificar un sector tan sensible como el sanitario hay que incluir la decisión anterior de prorrogar hasta final de año la contratación de 12.000 de los 20.000 eventuales que fueron reclutados para la lucha contra el Covid.

En vísperas de elecciones se puede decir que el Gobierno de coalición PP-Cs ha hecho unas cosas bien y otras mal. Como todos. Ha defraudado, seguro, todas las expectativas de la oposición, lo mismo la del PSOE que la de la izquierda no socialista y muy variada. Dijeron desde el primer día que la Junta de Juanma Moreno iba a privatizar la sanidad y la educación en Andalucía y que el Ejecutivo sería rehén de la ultraderecha que permitió su formación gracias a un pacto parlamentario. Ninguna de las dos desgracias anunciadas se ha producido, en términos globales y con todos los matices que se quieran señalar.

Y es porque la labor de la oposición se ha centrado en esta alerta prejuiciosa -antifascista, gritaron los más primarios- por lo que Moreno encara las próximas elecciones con prudente optimismo, mientras que a sus adversarios se les nota más bien pesimistas, sin más ideas que la del miedo a un futuro con Vox. Otra vez.

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