A son de Mar

Inmaculada urán/ Javier Fornieles

Koestler y el Azar

En la guerra española, Koestler fue encarcelado en Málaga por las tropas de Franco y condenado a muerte

Arthur Koestler tuvo que sufrir el periodo más tormentoso y con más enseñanzas de nuestra historia reciente. Húngaro de nacimiento, su vida transcurrió en el corazón de la cultura europea y en el vórtice de los crímenes cometidos por el comunismo y el nazismo. Muy joven, decidió afiliarse al comunismo. Perseguía un ideal: el sueño de la igualdad, de la justicia absoluta. Viajó por Rusia y pudo observar el hambre, el poder de la nueva casta soviética, la feroz represión y el miedo de la gente. Pero calló. Lo que veía era algo pasajero, desaparecería -pensaba- tras la victoria sobre el capitalismo. Los sueños y la mentira nos ofrecen casi siempre un refugio mucho más confortable que la realidad. Durante la guerra civil Koestler estuvo en España en las dos zonas. El ideal empezó a desmoronarse sin remedio. ¿Qué diferencias con el otro bando podía uno establecer cuando observaba la implacable persecución y la eliminación de los troskistas por los seguidores de Stalin? Luego, la alianza de Stalin con Hitler y la invasión conjunta de Polonia terminaron por romper la última barrera psicológica. Entre tanto, muchos de los compañeros con los que había defendido el comunismo eran detenidos y ejecutados en Rusia tras 'confesar' crímenes que no habían cometido. Koestler rompió con el pasado y escribió una obra, El cero y el infinito, que desvelaba las atrocidades del comunismo y pretendía explicar por qué los intelectuales se someten ciegamente a sus dirigentes.

En la guerra española, Koestler fue encarcelado en Málaga por las tropas de Franco y condenado a muerte. La angustia de esos días lo marcó para siempre. Al final se le canjeó por la esposa de un aviador y pudo volver a Inglaterra.

En sus memorias, su mejor obra quizás, define el universo, la vida, como un libro del que apenas conseguimos descifrar unos fragmentos. Su propia y atormentada existencia es la mejor prueba de tan escéptica afirmación. Resulta fácil imaginar el enfado de las autoridades franquistas cuando tuvieron que dejar escapar de la cárcel a ese molesto peón del comunismo. ¿Cómo podían imaginar que el mismo hombre que se había burlado del bando franquista iba a escribir uno de los libros más furibundos y esclarecedores sobre la relación de los intelectuales con el comunismo y de sus vínculos con el fascismo? Paradojas de la historia.

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