El medio y el ambiente

Ignacio flores

YA LLEGÓ LA FRUTA

No me gusta el mes de Agosto. Solamente le tengo simpatía al puente de la Virgen de Agosto. ¿Solaz por generalización?. "Mi no comprender". En un país que se dice turístico, no entiendo que en Agosto, con máxima afluencia de turistas, tomen vacaciones oficiales hasta los ministros. Y que quede claro: no añoro los telediarios con Fraga inaugurando Festivales de España, hasta en nuestra Alcazaba, o entregándole un hermoso ramo de flores, que igual eran de la desaparecida Primores, a la turista no sé cuántos millones. Por cierto, que de Primores, ni de lo que representó, nadie se acuerda. ¿Por qué somos tan olvidadizos con algunos asuntos?.

Pero antes de entrar en faena, quiero señalar que dado que ya estamos a mitad de Agosto y a la feria le queda un suspiro para llegar, y dos para terminar ya estamos a las puertas del Otoño. Es lo que siempre hemos dicho en Almería: "en cuanto acaba la feria, empiezan las ponientás y ya está aquí el otoño". Y si alguien dice que corro (¿?) mucho, que eche cuentas de cuándo terminó la Semana Santa, de cuándo salieron las carretas para el Rocío, de cuánto lleva -de nuevo- Rajoy de Registrador (este ejemplo no me sirve, porque para unos puede ser mucho y para otros poco. Como dijo el Guerra, el torero: "hay gente pa' tó' "). Conclusión: que dentro de cuatro suspiros tenemos aquí el otoño y sus frutas típicas: acerolas, azufaifas y caquis. Frutas que yo recuerdo en la granaína Plaza de la Trinidad y alrededores, y que, posteriormente, nos servían de excusa para una excursión sabatina, en familia, para comprarlas y, de paso, mercar especias en la calle Cárcel Baja.

Todos esos razonamientos, argumentos, recuerdos, o siendo concreto, conciso y claro: batiburrillo, me ha surgido por un correo/"mail"/"e-Mail" eléctrico (o electrónico) que me ha llegado, creo que podría decir por "vía cibernética" tomando la expresión tanto en su sentido amplio, como en el concreto que lo hacía mi amigo P. M. (q.e.p.d.), pues ha sido leerlo y recordar todo lo anterior, así como picarme la curiosidad por el contenido de dicho correo, que se refiere a unos trabajos que están haciendo en Brasil para conseguir clones de plantas productoras de acerola. Lógicamente sin semillas ni estacas. Lo bueno del caso es que según la leyenda, en 1950 una mujer consiguió pasar 245 semillas de acerola de las Antillas, de donde es originaria y estaba prohibido sacarlas, a Brasil, donde las sembraron en la Universidad Rural de Pernambuco. Ahí empezaron los brasileños con el tema y ahora quieren ser proveedores del mundo mundial.

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