De vez en cuando, dedico mi columna a proponer una reivindicación distinta de las Humanidades. Hoy les contaré por qué me parece necesario un conocimiento, aun elemental, del latín y por qué algunas apologías me parecen erradas. Desde luego, no voy a entrar en aquello de que solo las Humanidades fomentan el pensamiento crítico: este es una actitud intelectual propia de todas las disciplinas que analizan el conocimiento para proponer avances y, siendo práctico además, no se hacen muchos aliados depreciando sus capacidades. Tampoco diré que hay un contubernio de los utilitaristas: no me gustan las teorías de la conspiración porque son el refugio de quien no entiende la realidad.
Culpar de todo al autoritarismo del utilitarismo es buen modo de esconderse tras el lamento. Sugerir una conjura de los necios para atontar al pueblo me suena mucho a síndrome del avestruz. Declararnos sumos sacerdotes de la Cultura es desmerecer a las demás materias con las que convivimos. Proponer que sin nosotros no se puede llegar a saber qué es la libertad se aproxima mucho a una fantasía. Afirmar que solo las Letras amueblan las cabezas es incompleto: cualquier materia bien asimilada forma a la persona. Los ablativos absolutos no revelan el arcano de la transmutación del plomo en oro ni tampoco son causa de las crisis que venimos sufriendo cíclicamente. De otra parte, una gran lección que nos brinda Roma es cómo funciona una sociedad multicultural, heteropatriarcal y dotada de ascensores sociales. Si creen que me he vuelto loco, échenle la culpa a Mary Beard: fueron los argumentos con los que derrotó a Boris Johnson en un famoso debate de televisión.
Prefiero plantear la cuestión en otros términos. Como latinista, no me cuesta esfuerzo entender textos escritos en otras lenguas romances y hasta puedo llegar con más facilidad a comprender textos expresados en lenguas no latinas. O sea, que saber algo de latín facilita llegar al plurilingüismo. Nuestros estudiantes, también los que vienen de las antiguas provincias romanas del norte de África, pueden sentirse parte de una misma herencia cultural y comprender que hablamos un latín evolucionado, mezclado y vivo, el que viajó en las naves portuguesas y españolas y echó raíces en casi todo el planeta. Nuestra asignatura merece el mismo respeto que las demás: contribuye a mejorar la educación y desarrolla aptitudes útiles para la sociedad.
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