La tapia del manicomio

Lecturas

Es duro recordar que nuestros padres literarios fueron el Guerrero del Antifaz, el Capitán Trueno, el Jabato, el TBO y Pulgarcito

Está uno leyendo penas todos estos días en el periódico (porque alegrías vienen pocas, es la costumbre mediática desde hace años y no va a cambiar ahora, ni siquiera por aliviarle el agobio al personal en estos días); está leyendo, decimos, y se encuentra con un artículo de Rosario García Gómez en el cuenta que trata de recuperar algunos libros que tenía olvidados y abandonados en el fondo de un estante, acumulando polvo de años. Mientras recupera libros olvidados, se refiere a lo que afirmaba hace unos días Gutiérrez Aragón: "A este paso, terminaremos hablando de Pereda".

Al leer el nombre de Pereda se nos remueven los ancestros y nos vienen a la memoria los "recientes" años del Instituto. Entre los textos literarios cuya lectura se imponía, Pereda era uno de los best-seller. Hasta cualquier desmemoriado aspirante a palmero recordará "Peñas arriba" o la minuciosa y prescindible descripción del velero tipo "patache" en "Sotileza". Y a partir de este recuerdo se abre la caja de los truenos: por orden de aparición en la memoria sigue Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber) con "La Gaviota" y, de ahí en adelante, toda la tropa de escritores costumbristas del siglo XIX, también prescindibles y olvidados. La excepción que confirma la regla es Galdós, que sigue vigente y digno de ser leído, y no sólo porque se conmemore un aniversario.

Sigamos. Abierta la brecha, les toca aparecer a los poetas: Campoamor, Duque de Rivas, Zorrilla, Espronceda... Muchos años después de leerlos cuando el bachillerato, ¿qué nos ha quedado? Una leve pátina de cultureta de la que ya no queda ni ocasión de presumir. Y mientras, ¿qué pasó con las auténticas lecturas? Sí, con Julio Verne o con Emilio Salgari que no eran ni españoles. Es duro recordar que nuestros padres literarios, nuestro verdadero alimento intelectual fueron el Guerrero del antifaz, el capitán Trueno, el Jabato, el TBO y Pulgarcito. O no tan duro, porque a muchos nos llevaron a otras lecturas, como las citadas de Verne y Salgari y a algunos hasta a Proust o Joyce, que ya es avanzar. Por eso el fondo del comentario inicial es animarnos a leer, ahora que ya no hay excusa de falta de tiempo. Los medios podrían ayudar más en esto en lugar de machacarnos con las penas. Como dice la vieja y sabia letra flamenca: "Siéntate a la vera mía / tú en una silla y yo en otra / me cuentas tus alegrías / que las mías son muy pocas". Porfa.

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