La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Legrand y Sevilla

Visitó Sevilla con un pequeño grupo de jazz el año pasado, 53 años después de que los sevillanos lo descubrieran

Todos estamos en deuda con Michel Legrand por habernos dado con su música una felicidad multiplicada por ser parte fundamental de grandes películas, creando algunos de los momentos más intensos -un travelling por el Paseo de los Ingleses de Niza, el adiós de Catherine Deneuve y Nino Castelnuovo, la partida de ajedrez entre Steve McQueen y Faye Dunaway, Dominic Guard haciendo de mensajero de Julie Christie, el rostro devastado de Jean Simmons mientras suena What Are You Doing the Reste of Your Life, Jacques Perrin cantando en el bar de Danielle Darrieux la "Chanson de Maxence- que hayamos vivido en una sala de cine. Si usted no tiene una deuda con él es que no ha oído su música. Apresúrese a remediarlo.

Con Legrand se ha ido, para todos los aficionados al cine y la música pero sobre todo para mi generación, uno de nuestros más queridos compañeros de vida. Tras más de medio siglo disfrutando de sus composiciones inteligentes y emocionantes es imposible recordar cuando le oímos por primera vez. Parece que siempre estuvo allí. En Sevilla sonó por primera vez en junio de 1965, cuando el Pathé estrenó Los paraguas de Cherburgo. Inmediatamente nos compramos el disco single con cuatro canciones de la banda sonora -Genérico, En el muelle, El adiós y En la tienda- en Casa Damas, Taisa o Vivas Hermanos. En febrero de 1968 llegó al Cervantes Las señoritas de Rochefort. Era su cuarta colaboración con Jacques Demy pero por imperativo de la censura sus dos primeros trabajos con él, Lola y La bahía de los ángeles, no llegaron hasta marzo de 1969 y julio de 1970 -con nueve y siete años de retraso- al Trajano, colándose por la gatera del Arte y Ensayo, y el Villasís.

Para entonces Legrand era definitivamente popular entre nosotros porque en diciembre de 1968 se había estrenado El caso de Thomas Crown en el Rialto y todo el mundo tarareaba The Windmills of Your Mind, reproducida en infinidad de versiones -además de la original de Noel Harrison- vocales y orquestales, desde la de José Feliciano a la de Waldo de los Ríos.

No lo pudimos traer a los Encuentros de Música de Cine porque se empeñaba en un concierto sinfónico y queríamos uno jazzístico y vocal. Al fin, como dándonos la razón, llegó a Sevilla con un pequeño grupo de jazz en enero del año pasado, 53 años después de que los sevillanos lo descubriéramos en el Pathé. Y por fin pudimos aplaudirle.

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