Hace muchos años en plena post guerra, los españoles de entonces conocimos unos acontecimientos espectaculares. La pobreza y el atraso de España en relación a países de Europa era evidente. Las diferencias sociales ponían de manifiesto un desequilibrio económico que parecía insalvable. La mayoría de los obreros de entonces, singularmente en los pueblos, calzaban alpargatas de cáñamo o albarcas cuya suela era un trozo de rueda de camión cosida a un trozo de lona. Camisas y pantalones heredados de familiares cercanos mil veces remendados. Asnos y bicicletas como medios de transporte. Humildes viviendas sin agua corriente, ni red de alcantarillado. Duras jornadas de trabajo y pocas oportunidades para alcanzar una mejor vida.

Pasaron algunos años y los cambios se hicieron muy visibles. Comenzaba una recuperación y nuevas oportunidades trajeron pequeños avances en la vida cotidiana. Llegaron las Bambas Pirelli y los zapatos de cuero, las camisas estampadas de colores. Ropas nuevas que llegaban como signos de modernidad a los pueblos de España. El agua corriente y el alcantarillado. La Movilette, después la Vespa y finalmente el Seat 600. En casi todos los pueblos de España se construyeron viviendas de la Obra Sindical o del Instituto Nacional de la Vivienda. Comenzaba la migración del campo a la ciudad y también comenzaron los cambios de una sociedad arraigada en la agricultura que poco apoco se incorporaba a una sociedad urbana que comenzaba a industrializarse. Y por fin las familias españolas conocieron las vacaciones de verano y los más afortunados pudieron adquirir en interminables plazos la segunda vivienda en Benidorm, Torrevieja, Torremolinos o cualquier pueblo de la costa.

El cine tuvo oportunidad de dejar testimonio de aquel fenómeno social en imágenes entrañables de Alfredo Landa conduciendo un Seat 600 con seis niños, su mujer y su suegra, atestado de maletas camino de Benidorm. El españolito que había crecido entre necesidades básicas y carente de confort, comenzaba a sentir suyo el logro de una vida un poquito mejor. Lo que ocurrió entonces fue la irrupción de una clase media antes inexistente que fue protagonista de cambios espectaculares durante décadas transformando el panorama económico y social de la época. La casa, el pisito en verano, el coche, la televisión y los pequeños ahorros fueron signos de la propiedad privada al alcance de la clase trabajadora. Jamás se había conocido algo semejante en la historia de España. Aquello no fueron años de vino y rosas. Pero con todos los matices que puedan cuestionar aquellos años, es lo cierto que quedaron grabados en la memoria de tantos españoles que conocimos aquel fenómeno transformador por la pujanza imparable de una clase media que se abrió paso venciendo tantas dificultades. Y así ha sido durante la transición política que ha permitido con la democracia y las libertades un país más justo capaz de generar prosperidad y repartir mejor la riqueza. De todos los signos de identidad de esa clase media la vivienda en propiedad ha sido y continúa siendo el símbolo más arraigado de los éxitos alcanzados en una vida. Este sentido de la propiedad con el techo asegurado y la tranquilidad del traspaso a herederos legítimos ha sido el orgullo de millones de españoles que son ahora el núcleo más numeroso de los cuarenta y siete millones que poblamos España.

Dos mil siglos antes el Imperio Romano dio al mundo la mayor aportación a la civilización occidental; el derecho: Mediante leyes justas y bien administradas la sociedad abandonó el uso de la fuerza para aceptar las reglas del derecho romano. Desde entonces las sociedades modernas apenas han aportado algo tan trascendental para la regulación de las relaciones sociales. La propiedad privada y el legítimo derecho a conservarla y traspasarla es uno de los pilares de la Unión Europea. Leyes europeas protegen estos derechos y los países miembros se sienten identificados con el sentido exacto de esta milenaria norma. Habrá que incidir en este punto que la UE no contempla en sus normas y reglamentos algo que atente directa o indirectamente con la propiedad privada y el uso que su propietario libremente elija. Por ello la regla que asumen los países miembros es la economía de libre mercado como modelo de desarrollo y prosperidad que permitió el resurgir de un continente arrasado por dos guerras de exterminio durante el pasado siglo. La excepción en este continente fueron los países que integraban la extinta URSS. Frente al desarrollo y la prosperidad cuya raíz estaba y sigue estando en la propiedad privada, un nuevo modelo que surge en 1.917 en la Rusia soviética niega el derecho a la propiedad privada y reconoce al Estado como el único y legítimo propietario de todos los bienes. El individuo sometido a la estatalización de su vida. El afán de progreso, la iniciativa, el esfuerzo y la aspiración a una vida mejor quedaron aplastadas por la maquinaria de un Estado comunista inmisericorde y totalitario. España en 2022 cuenta en su haber ser el único país de Europa con cinco ministros comunistas herederos ideológicos y espirituales de la Rusia soviética. Esos ministros comunistas han logrado sin demasiado esfuerzo que el partido mayoritario del Gobierno, el PSOE, haya tramitado en el Consejo de Ministros una mal llamada Ley de Vivienda. También ha logrado que se enfrente a otro poder del Estado, el CGPJ que representa a la Administración de Justicia. Desde la ideología comunista resulta coherente cualquier iniciativa para derribar unos de los pilares del Estado de Bienestar, la propiedad privada y el derecho a su uso. También es coherente socavar los cimientos de la democracia parlamentaria y liberal que nos dimos los españoles en 1.978. Y por supuesto es muy coherente el acoso y derribo de la clase media como protagonista y sostén de los cambios espectaculares de España en los últimos sesenta años. Por ello a estas alturas poco sorprende que esta Ley Contra la Vivienda vaya al Parlamento sin atender el informe del CGPJ que se opuso con argumentación rotunda al texto de dicho proyecto de Ley por atentar contra el derecho al uso de la propiedad privada y también por invadir competencias de las Autonomías. Pedro Sánchez en su penúltimo gesto de arrogancia prefiere continuar en el poder y abrir otra brecha entre Instituciones medulares de la democracia. Es muy posible que este proyecto claramente marxista no consiga alcanzar plena efectividad, su raíz es contraria a la Constitución española como ha señalado el CGPJ. Por ello es previsible que organizaciones y grupos políticos defensores de las libertades y de la propiedad privada acudan al Tribunal Constitucional y la ley sea declarada nula e inconstitucional. Pero el aviso queda fielmente reflejado; los enemigos de la propiedad privada avanzan dentro del Gobierno de España.

"Toda sociedad que rompa con la propiedad privada se verá en la necesidad de organizarse dentro del comunismo"; (Piotr Kropotkin, fundador del movimiento anarco comunista)

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