Cantaba José Feliciano: "Pueblo mío que estas tendido en la colina". Eso es lo que advertimos cuando dirigimos la vista hacia el pueblo de Lijar, desparramado en una ladera, mezclándose los colores blancos de sus casas con el color ocre de la de la sierra de los Filabres, mostrando el negro de las pedrizas que corona la plaza donde se erige la iglesia de Santa María, de donde podemos observar alzando la vista su majestuoso castillo. Su ambiente nos inunda de un arrabal donde se tejían finas telas de lino y seda, que ya en aquellos años no impedían advertir la bravura de sus moradores. Asi lo demostró, la villa de Lijar, que unidos a su alcalde., al que apodaban "El terror de los Filabres" declararon la guerra a Francia, ofendidos por los insultos recibidos por parte de esta al Rey Alfonso XII, y reproduzco textualmente: Cuando reunidos bajo la persona de su alcalde Miguel García Sáez y en sesión Ordinaria de 14 de octubre de 1883: Juan Martínez, Daniel Molina, Nazario Sáez, Juan Díaz, Raimundo López, Francisco Martínez, Antonio Martínez y Francisco García; los señores del ayuntamiento que al final suscriben en Sala Capitular y Sesión Ordinaria. Abierta la Sesión se dio lectura del acta de la anterior y se aprobó por unanimidad; dando cuenta de cuantas órdenes se han recibido en la semana acordando su cumplimiento por quien corresponda. Por el presidente se hizo saber al ayuntamiento, que al pasar por la ciudad de Paris, el Rey D. Alfonso de regreso de su viaje el día veintinueve de septiembre último, fue insultado, apedreado y cobardemente ofendido por turbas miserables pertenecientes a la Nación Francesa. Que el más insignificante pueblo de la sierra de los Filabres, debe protestar en contra de semejante atentado, y hacer presente, recordar y publicar, que solamente una mujer vieja y achacosa, pero hija de España, degolló por si sola treinta franceses, que se albergaron cuando la invasión del año ocho. Asi fue, que el ayuntamiento en nombre del alcalde, acuerda declararle la guerra a la nación francesa, dirigiendo el comunicado a la Nación Francesa y al Presidente de la Republica, anunciando previamente al gobierno de España esta resolución. No teniendo otra cosa que acordar, se levantó la sesión, estampando la presente acta, que firman los Srs. que sabían y los que no sabían, de que yo el secretario certifico.

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