La cuarta pared

Lo que Lina me dejó

Debido a su emplazamiento elevado sobre un bosque de Brasil, ella diseñó las escaleras como un punto de observación

Existen ciertos momentos en la vida que todos recordamos de manera especial. Curiosamente, muchos de ellos suelen responder a la primera vez que asimilamos algo nuevo. Jamás se me olvidará el día que aprendí a montar en bicicleta, sobre todo por el impacto que me produjo ver mis rodillas llenas de sangre, o la primera vez que salí de viaje fuera de mi país y comprendí de verdad qué significa la tan mencionada diversidad cultural. Se trata de momentos que, de alguna forma, quedan marcados en nuestra memoria y que recordándolos con perspectiva, pueden suscitarnos una segunda lectura que solo el tiempo es capaz de ofrecernos. Uno de ellos es, sin duda, la primera vez que dibujé una casa. Hasta entonces, no sabía cómo se hacía, no conocía la existencia de los planos y las diferentes lecturas que estos ofrecían. Sus códigos, la calidad de línea, las proporciones, la escala. Hasta entonces, dibujar una casa era trazar un cuadrado con un tejado a dos aguas y humo saliendo de la chimenea. Pero gracias a Lina Bo Bardi y su Casa de Vidrio de 1951, aprendí que copiando se aprende.

Además de adquirir las habilidades propias del dibujo y la representación, aprendimos lo más importante, el mundo de los conceptos e ideas. Una fotografía muy sugerente de la arquitecta apoyada en el descansillo de las escaleras y mirando al horizonte con una clara influencia al Caminante sobre el mar de nubes de David Friedrich fue clave en todo esto. Debido a su emplazamiento elevado sobre un bosque de Brasil, ella diseñó las escaleras como algo más que un elemento de comunicación, se convirtieron en un punto de observación. Siempre he pensado que tengo un especial cariño a esta casa simplemente por ser la primera. Pero tras más de 10 años desde ese momento y un amplio abanico de referencias a las espaldas, he vuelto a investigar acerca de los conceptos arquitectónicos que Lina planteaba, en lo que fue su primera obra construida para ella misma y su marido. Muchas de mis inquietudes que creía personales, fueron ya planteadas hace más de 70 años. Una planta libre, horizontal y diáfana en la que poder pasear descalzo observando un paisaje, en contraposición con una serie de estancias más íntimas, privadas y traseras relacionadas con un patio interior a escala humana. Recuerdo a Lina Bo Bardi por ser la primera, pero jamás la olvidaré por mostrarme que la arquitectura es algo más que dibujar casas.

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