El callejón del gato

Luces de colores

Tenemos una capacidad de asimilar costumbres y disfrutamos de unas Navidades cosmopolitas

Ya falta menos para volver a la normalidad. Una semana escasa y volvemos a la rutina. La verdad es que este año la voy a pillar con ganas. Diciembre es un mes muy recargado. Las fiestas están bien, pero hasta el manjar más sabroso, si se consume en exceso puede producir empacho. Cualquiera de las celebraciones que se suceden a lo largo del mes se agradecerían en otra época del año, pero si resulta que la comida con los compañeros de trabajo está señalada el día siguiente de la cena con los parientes por parte de padre, y el mismo día empalmamos por la tarde con la copa de la cofradía, el cuerpo, quiera que no, se resiente. Y me estoy refiriendo a los encuentros que son el preludio de la nochebuena porque, con eso de que el aniversario de la Constitución lo celebramos un par días antes de la Purísima Concepción, por el mismo precio, iluminamos con luces de colores esas fechas tan señaladas y desde el seis de diciembre se respira la navidad y se suceden los encuentros con los colegas. Y hablando de luces de colores, este año el Ayuntamiento nos ha sorprendido con una bola gigante en la Plaza de la Catedral que ha sido noticia de portada, una novedad que se suma a las que ya vienen siendo tradicionales, aunque lo de tradicionales es mucho decir. Tenemos una capacidad de asimilar costumbres importadas que podemos presumir de unas navidades muy cosmopolitas. Cualquier icono navideño se convierte en tradición a la primera de cambio. El árbol de navidad ha echado raíces y hace pareja con el portal de Belén. Y Papá Noel se adelanta con regalos en Nochebuena a la llegada de los Reyes Magos que no aparecen hasta el seis de enero, con lo cual la fiesta se alarga una semana, después de habernos comido las uvas al ritmo de las doce campanadas que anuncian la llegada del año nuevo. Por si no tuviéramos bastante distracción, coincidiendo con estas fiestas tan recargadas, la política catalana ha invadido el territorio y, si te descuidas, se te atraganta el pavo oyendo a Puigdemont dando lecciones de democracia desde Bruselas. Su última parida ha sido que el hombre está dispuesto a ser investido presidente de la Generalitat a través de un plasma y se ha abierto un debate sobre la posibilidad de presidir Cataluña con mando a distancia. Como lo oyes. Las luces de navidad se apagarán el día siete de enero y pasaremos página, pero sobre los delirios de los nacionalistas catalanes, no sabemos hasta cuándo durará la fiesta.

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