Mejora el paro, no el empleo

La provincia finaliza diciembre con idéntico número de parados inscritos que existía al acabar 2009

Patricia tiene dos niños. El mayor con siete años, la pequeña casi dos. Han escrito una carta a los Reyes. La familia no está para lujos, pero este año habrá más regalos porque en diciembre Patricia encontró trabajo. Su marido pasó por todos los estadios de la crisis, desde perder el empleo al agotamiento de cualquier protección. Ahora le ha salido una obra reformando una casa. En las cifras que hablan de récord de reducción del desempleo, contratos, afiliaciones, se encuentran Patricia y su marido. Son dos de las 7.147 personas que en 2016 dejaron de estar inscritas como parados.

Entre tanta cifra positiva, destaca que la provincia, invirtiendo el camino de caída iniciado en 2008, finaliza diciembre con idéntico número de parados inscritos que existía al acabar 2009. Pese a ello el desempleo aún debe reducirse a la mitad de su cifra actual, que es 62.179, para igualar a 2007. Otro dato, no suficientemente destacado, dice que este diciembre la afiliación media mensual a la Seguridad Social es la mayor de la serie histórica, 279.000. Si a eso le unimos que se ha registrado el volumen más alto de contratos, 327.500, parecería que todo va bien. Quizás más lento de lo deseable, pero bien.

Reducir el paro registrado -insistamos en registrado, pues al agotarse las prestaciones por desempleo desaparece la obligación y el aliciente para permanecer inscrito- al nivel de 2007 necesitaría cinco años como este (algún malicioso pensará que sin gobierno), junto con que no lleguen inmigrantes; la población desanimada que no busca empleo no se anime; a las amas de casa no les dé por querer trabajar, y los jóvenes continúen estudiando.

El paro se reduce impulsado por una creciente precariedad. Que en 2016 se hayan registrado en nuestra provincia 327.500 contratos es elocuente. Apenas el 5% de ellos fueron indefinidos. De estos, un buen número solo lo son de nombre. Se trata de contratos indefinidos con periodo de prueba de un año. Entre ese 95% de temporales cada son más los de tiempo parcial. El de Patricia es de dependienta en Navidad. Bien de mañana o bien tarde. Se van diciendo cada día. Si no fuera porque son quince días, esos turnos le impedirían trabajar y conciliar su vida familiar. Con otros once contratos así ya tendrá para solicitar un subsidio. Patricia llega a casa, pone la tele y descubre que a esto suyo se le llama recuperación.

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