Mira que eres esquiva, si te busco no te hallo, pero bien que te ocupas de buscarme tu a mí cuando menos me lo espero. Eres como mi sombra, me acompaña toda la vida, pero no puedo decidir hacia donde se proyecta. Nuestra relación es tormentosa, como los grandes amores de novela, pasamos del amor al odio en una sola jornada, que digo, jornada? Y en menos de una hora! Y eso que tú sin mí, no serías nada. Yo por el contrario, sin ti soy, contigo más. Hay días en que te busco incansablemente, con obstinación, pero rehúsas mi compañía, y haciendo honor a tu nombre desapareces, me abandonas, dejándome perdida en medio de una multitud ruidosa, sin rostro, enajenada por sus múltiples quehaceres, perdida... Otras, las más de las veces, me sorprendes en el momento más inoportuno, convirtiéndote en mi otro "yo", hablándome desde mi silencio, susurrándome al oído falsas promesas de futuro que después no cumples. Pero no has de preocuparte, me tienes acostumbrada, desde el mismo día y hora en que se abrieron mis ojos a la luz, te presentaste tan arrogante como siempre, por ti los años no pasan, si acaso, tu pasas por ellos: cargada de humo, de nada, de un vacío que te arrebata, que te rodea, que te asfixia, y que a la vez te llena. Eres pura contradicción, todo y nada a la vez, la plenitud más anhelada y el fardo más pesado, etérea y aplastante, dulce y ácida, cumples con las expectativas que despiertas, para después dejarnos caer en la cuneta. Nos conocemos demasiado, tanto que a pesar de todo, nuestro amor apunta a que será eterno, nada ni nadie, podrá separarnos en el futuro, seremos nuestra única compañía, nuestro recuerdo más vívido de que algún día "fuimos". "Fuimos" a ninguna parte, "fuimos" nosotras, "fuimos" únicas e irrepetibles, como las huellas dactilares. Te huyo, y cuando más creo haberme alejado de ti, más cerca te tengo, el tiempo corre irremediablemente a nuestro encuentro. Si fuiste mi primera compañera en el camino de la vida, serás la última que coja mi mano, cuando la agite en el adiós postrero. Has sido y eres mi mejor aliada, encuéntrame cuando yo te busque, búscame si no te encuentro, agárrame fuerte cuando sientas en mí el deseo vehemente de estar a tu lado, siempre. Sigues siendo mi mejor aliada, mi amiga, mi compañera, pero déjame un poco, solo un poquito, de vez en cuando. Juguemos a que te deseo, a que te descubro cada día, a que te vas a ratos, a que vuelves, a que seremos capaces de salvar cualquier distancia, a que estarás siempre ahí, a mi lado, en silencio, invisible y real, como todo aquello que me rodea. Pero júrame que respetarás mis deseos más íntimos, mi necesidad de crear espacios en los que no existas, en los que tu solo nombre ni me suene, a que gozarás viéndome disfrutar con otros, a que esperarás callada a que yo te reclame, mi querida SOLEDAD, MA SOLITUDE.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios