Abundemos un poco más en las enseñanzas de estas primarias. Sirven para todos los partidos: hay que moderarlas; se deben fijar unos gastos, escasos, por candidato, y a cuenta de la propia organización, y hay que implantar un sistema de segunda vuelta, de modo que el elegido salga con mayor respaldo. Para conjurar el cesarismo, el elegido tendrá que negociar la composición de su dirección con el congreso y ésta deberá ser refrendada con más votos positivos que negativos. Acabado el congreso, el Comité Federal decidirá sobre los grandes asuntos, en especial sobre las alianzas y los apoyos a los presupuestos si no se está en el poder. Y mientras se celebran las primarias, la dirección provisional tendrá capacidad para actuar si es necesario por la buena imagen del partido. Veamos, el próximo viernes, Pedro Sánchez da un mitin en el Muelle de la Sal en Sevilla y, a escasos metros, Susana Díaz, en el Muelle de las Delicias. Y a la misma hora. Si fuese en Cádiz, sería en el Paseo Marítimo, los de Susana, al Malibú, y los de Pedro, al Potito, cerveza y tinto de verano. Como comenta un dirigente andaluz del PSOE, "eso no se le ocurre ni a los del PP de mi pueblo". Digan lo que digan, la imagen de la división sobre el río, al atardecer, será letal para la organización. En casos como éste la gestora debería de intervenir. Por decoro.

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