Malos clientes

Cualquiera diría que los maltratadores de mujeres se han empeñado en quitarle la razón a aquellos que los defienden

Cualquiera diría que los maltratadores de mujeres se han empeñado en quitarle la razón a aquellos que los defienden. Son como esos clientes que hacen lo contrario de lo que le aconsejan sus abogados defensores. Estos recomiendan a los acusados de algún crimen que se comporten como buenos chicos que, como decía la canción de Serrat, "hurtaban flores para regalar a su mamá y daban de comer a las palomas". Objetivo: ablandar a posibles jueces o, en su caso, a los legisladores para que no emitan normas o leyes que dificulten o eviten la repetición de sus conductas posiblemente detestables. Si yo fuera uno de esos defensores estaría francamente enfadado con los delincuentes. ¿Estará igualmente enfadado Vox con los asesinos de mujeres? Está empeñado ese (solo formalmente considerado) partido político en negar la violencia de género. Dicen, no me atrevo a decir "piensan", que tanto hablar de la violencia de género solo responde a ciertos intereses que buscan montar "chiringuitos ideológicos" para desmontar el orden "natural" de las cosas, el lógico estatus superior del varón, a lo que no consienten denominar despectivamente "patriarcado". Las denuncias de los malos tratos, argumentan, son artimañas de las que llaman brutalmente "feminazis" contra aquellos que no sucumbieron a las artes de seducción y que, en palabras de Esther Vilar, no se convirtieron en "varones domados". Ese es su mundo, y esa es su estrategia de defensa de los denunciados, esa es la esfera en la que viven. Pero sus defendidos, insisto, se empeñan en quitarles la razón. Las brutalidades que estamos viviendo ponen de manifiesto que toda su palabrería no tiene consistencia alguna. En estos días precisamente se ha superado esa maldita cifra de 1ooo (sí, mil) mujeres muertas a manos de "sus" varones, contabilizadas desde que se tiene cómputo oficial, desde no hace muchos años; en estas dos semanas las cifras se acercan a la media docena. Son muchos los hombres que, cual Tigre Juan, creen que su honor está vilipendiado no ya solo por posibles infidelidades, sino porque ellas han tenido la osadía de hacerles frente o de haberlos abandonado. Mucho Tigre Juan, pero pese a todo, pese a los lamentables datos que se desgranan cada semana (hace algunos años sigo la estadística que, tristemente se cumple, de igualar el número de muerte al año al número de semanas transcurridas) no aparecen en el horizonte Curanderos de su Honra.

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