República de las Letras

Malos políticos

Con Franco, la política quedaba para los políticos del régimen y era algo muy lejano. Se estaba bien sin preocuparse por la política

En En febrero de 1968 vino Franco a Almería, a inaugurar el Aeropuerto y entregar los pisos de las 500 Viviendas. Para la ocasión, empezaron a funcionar también los dos primeros semáforos de la ciudad, en la Puerta de Purchena.

En la Escuela de Hostelería, adonde mi padre, siguiendo el consejo de su amigo Manolo el del Puerto Rico, me había enviado interno por haber suspendido todo en el Instituto, decidieron poner una pancarta al paso de la comitiva, como aquellas de los regantes: "Más agua", decían.

Y me la encargaron a mí. Formé un pequeño equipo y trabajamos en ella muchas tardes, a veces hasta bien entrada la noche. Y sucedió algo insólito: el profesor que nos acompañaba, una de aquellas noches, nos habló de algo que, yo al menos, no entendí bien: de política.

Los que tengan edad para eso recordarán que durante el régimen de Franco no se hablaba de política. La política quedaba para los políticos del régimen y era algo muy lejano. Se estaba bien sin preocuparse por la política. Otra cosa era la clandestinidad, que era mucha, sobre todo la del Partido Comunista. Pero para la inmensa mayoría de la gente la política no existía.

Esto viene a cuento de que Pedro Sánchez ha dicho que los españoles estamos ya hartos de la bronca continua en la política actual. Puede que sea así. Pero no es solo la bronca, son los latrocinios de los políticos, que han sido tantos que hasta el rey emérito ha reconocido que ha eludido impuestos a la Hacienda de este país al que, dice, tanto ama.

Se está harto de la manipulación en televisión y prensa, y de ser marionetas de, por ejemplo, las compañías eléctricas. Se está harto de que no gobiernen los más preparados, sino los más trepadores y retorcidos.

Se está harto de que la economía sea la religión de nuestro tiempo y de que nada ni nadie, ni la salud, ni los derechos humanos, ni siquiera la moral sean considerados bienes superiores a ese anticristo anunciado en el Apocalipsis que es el dinero. Y, sí, está uno muy harto de la bronca permanente, de la falta de respeto a las instituciones y las personas, de los insultos cruzados y las descalificaciones personales.

No, la política no es eso. Y si es eso, es preferible tomar distancia del día a día que estos malos políticos nos presentan. Volver a los ideales y las utopías. Pero no olvidarse, pues ya les gustaría a algunos que la política solo fuese para ellos. Como cuando Franco.

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