Utopías posibles

Mandar y obedecer

Las escuelas libres no son nuevas. Existen desde hace al menos 50 años, o incluso antes

Hace tres días leí un titular muy sensacionalista y malintencionado: "Si su hijo manda en clase y no el profesor, es un buen colegio: la nueva pedagogía que triunfa". El contenido de la noticia, sin embargo, es una excelente crónica de un día cualquiera en dos escuelas libres. Está contado de una manera bastante aséptica y correcta. Las escuelas libres no son nuevas. Existen desde hace al menos 50 años, o incluso antes. Se apoyan en propuestas pedagógicas de hace cien años, con eficacia y resultados contrastados. La única crítica que cabe hacer al respecto (que no es poca) es que al final terminan siendo centros elitistas (siempre privados, de pago), salvo honrosas excepciones. No es un modelo extrapolable a la totalidad de la escuela pública, por falta de recursos y porque no siempre las familias o el alumnado están preparados para que la cultura "emerja por sí sola". En familias de clase media acomodada, funcionan perfectamente. No tengo tan claro que funcione en contextos muy desfavorecidos. Hay que empezar por eliminar los verbos "mandar" y "obedecer". No se trata de que nadie mande ni obedezca, tampoco el profesorado. Una escuela donde las familias o el alumnado decida todo no sería una escuela democrática. Falta una de las voces: la del profesorado. La democracia significa ponernos de acuerdo, explicar los argumentos sobre porqué hacemos lo que hacemos, llegar a un punto de conciliación. El profesorado no puede ni debe renunciar a nada, sino aportar argumentos, siempre garantizando el máximo nivel de acceso a la cultura a todo tipo de alumnado, independientemente de su contexto o nivel de partida. El acceso a la cultura no está reñido con los temas de interés para el alumnado, o con mil procedimientos basados en dichos intereses: podemos trabajar la lectoescritura mediante un cuaderno Rubio o escribiendo sobre lo que nos interesa, el ritmo musical con una pieza de Bach o con una canción pop, la aritmética con cuadernos de ejercicios o midiendo y calculando en un terreno… Podemos y debemos contar con la voz de las familias y el alumnado en todos los aspectos de la vida de la escuela. El acuerdo, el diálogo y la argumentación son la base de la democracia, nunca la imposición de nadie hacia nadie. Es una forma excelente de caminar hacia el éxito en cuanto a nivel académico, inclusión y convivencia. El resto, como el citado titular, es pura destrucción.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios