El callejón del gato

Manifestación contra el relator

Había que aprovechar el calentón aunque la respuesta ha sido bastante furibunda pero escasa

No es la primera vez que la derecha más castiza se manifiesta por las calles de Madrid con banderas al viento. Suelen ser movidas muy espectaculares pero sus efectos pronto se desvanecen. Son como cortinas de humo que a la menor brisa de aire fresco pierden fuelle y sus demandas desaparecen. Recordemos en lo que quedaron aquellas grandes movidas regadas con agua bendita que clamaban con furor contra el divorcio o contra los matrimonios entre personas del mismo sexo. En cuanto al divorcio, si damos un repaso a las filas de los partidos que encabezaban la marcha llevando la pancarta, no es difícil imaginar a más de un conocido de derechas brindando, en su segundo o tercer matrimonio, con una copa de vino en la mano y cantando el Cara al Sol. Y si nos referimos al matrimonio entre personas del mismo sexo, todavía sonaban los ecos de la manifestación por la Castellana contra la ley de Zapatero, cuando a los principales dirigentes del PP les faltó tiempo para engalanarse y asistir a la boda del compañero Maroto, que la celebró a bombo y platillo como debe ser. La manifestación del domingo ha sido, como si dijéramos, más imprecisa. En principio, lo que causó estupor en la derecha fue la figura de un relator porque, según sus cálculos, la intervención de un relator, en un encuentro entre partidos diferentes, daría lugar a que España se rompiera, que no es poca cosa. Para echarse a temblar. Vamos, que un relator debe de ser algo así como un arma de destrucción masiva con figura humana. Había que tirarse a la calle en tromba para impedir que Pedro Sánchez permitiera semejante atrocidad que podría provocar la destrucción de España por los cuatro puntos cardinales. Pero la amenaza del relator desaparece antes de la fecha señalada y ni siquiera hay un motivo del que algún día hubiera que olvidarse. Da igual, la manifestación se mantiene porque muchos ya se habían comprado la bandera de España en los chinos, los autobuses estaban contratados y, sobre todo, porque Pablo Casado había calentado a las masas con un discurso repleto de piropos a Pedro Sánchez, digno de figurar como el más belicoso en el libro de los Giness, (Traidor, ilegítimo, narcotráfico, chantajeado, ridículo, adalid, felón, irresponsable, incapaz, desleal, mentiroso compulsivo, ególatra, rehén, incompetente, mediocre, catástrofe, ocupa). Había que aprovechar el calentón aunque, a la vista de los resultados, la respuesta ha sido bastante furibunda pero escasa.

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