A la luz del día

Antonio Montero Alcaide

Maquiavelo y la luz

Las organizaciones internacionales y los gobiernos nacionales suelen elaborar agendas, generalmente a medio o largo plazo, con las que tomar perspectiva y, en no pocas ocasiones, aliviar el aprieto del presente de las cosas. Maquiavelo, a quien no deben conocer bien ni quienes cursan estudios escolares ni quienes deberían tener aprendidas algunas sus lecciones, recomendaba, a los príncipes y gobernantes, centrarse en lo que conviene en cada momento hacer, para así evitar la ruina por ocuparse, primordialmente, de lo que debería hacerse: "Hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería de vivir, que el que deja el estudio de lo que se hace para estudiar lo que se debería hacer aprende más bien lo que debe obrar su ruina que lo que debe preservarle de ella". Aunque el renacentista florentino no recibía facturas de la luz, algo de lo que dice tiene sentido ante un desmesurado coste de la electricidad, sin que sea fácil conocer qué razones, a ser posible justificadas, lo explican. Algunos tertulianos de sabiduría rápida y universal tienen a mano un argumentario en el que el pago de las emisiones contaminantes suele ser causa repetida, pero el precio tiene importes "históricos" que cambian, de manera paradójica, cada día. Luego el precio de la luz está haciendo historia, si bien esta se revisa casi cada día, sin dar tiempo a que la memoria tome ese mismo apellido, el de histórica.

El "cómo se vive" tiene bastante que ver con las limitaciones y las estrecheces a que lleva vivir al día -este no es el vivir intenso y con plenitud del "carpe diem"-, cuando poner la lavadora o encender el ventilador -el aire acondicionado es prohibitivo- turban el bolsillo, si es en casos domésticos, o el consumo eléctrico de la industria, las empresas y de tantas otras actividades económicas quiebra los balances. Por eso urge preocuparse y atender sin postergaciones el presente de los días ya que, siguiendo con la electricidad, el incremento de su coste lleva tiempo recorrido y, lo que es peor, no se aventura que descienda en el venidero. Desafortunadamente, muchas medidas precipitadas surgen cuando el precario "cómo se vive" dejar de ser ajeno o desconocido y, quienes tienen hundidos los días con ese presente, piden sin contemplaciones el "cómo se debería vivir".

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