María de Magdala

La Iglesia niega hoy la identificación con el personaje de la prostituta arrepentida

María Magdalena es una de las santas más populares del cristianismo, pese a que resulte muy difícil saber quien fue realmente, pues las noticias y menciones sobre su personaje en los evangelios canónicos y en los apócrifos son escasas, confusas y en ocasiones contradictorias. Su festividad es el veintidós de julio. Se la tiene por discípula y seguidora de Jesucristo. Los evangelios coinciden en que estuvo presente junto a la Virgen María y el apóstol Juan en el momento de la crucifixión y también en el de la deposición del cadáver en el sepulcro. También, junto a otras mujeres, es la primer testigo de la tumba vacía, que se considera la prueba de la resurrección. Lucas afirma que Cristo había curado a la Magdalena "sacándole siete demonios", aunque de este acontecimiento no se tienen más noticias en otros textos. Durante siglos, desde una célebre homilía del Papa Gregorio Magno, el cristianismo pensó en la Magdalena como una pecadora, una prostituta arrepentida que siguió a Cristo y se retiró después al desierto para hacer penitencia y mortificarse. Toda su iconografía ha derivado históricamente de esta visión, predominando las representaciones artísticas de la santa penitente en el desierto, cubriendo su joven y voluptuosa desnudez con sus largos cabellos y meditando ante la calavera, en una suerte de vánitas con evidente carga erótica donde suele aparecer también el sofisticado frasco de los ungüentos con los que ungió el cuerpo de Cristo muerto. Las representaciones de Tiziano, de fuerte sensualidad a la veneciana, fueron de las primeras en marcar un modelo seguido después por los artistas barrocos hasta la saciedad, que llegó al siglo XIX tal cual; basta para ello ver la versión de Goya o la de Hayez. La iglesia niega hoy la identificación de la Magdalena con el personaje de la prostituta arrepentida, pero lo cierto es que la fascinación por ella ha continuado hasta la actualidad; películas, obras de arte y libros renuevan el interés por el personaje. Son frecuentes y recurrentes las tesis que afirman su relación de pareja con el nazareno, incluso se postula su matrimonio, pese a no tener la más mínima prueba histórica que las avale. Otros historiadores recientes, más rigurosos, afirman que la Magdalena fue, con toda probabilidad, la verdadera autora del Evangelio de Juan. En todo caso, la vigencia del personaje es evidente por el misterio que le rodea, tan seductor, y la innegable belleza -física y mental- que emana.

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