Utopías posibles

María ya no juega con nadie

O nos metemos en la cabeza que la repetición de curso no sirve para nada, o seguiremos mal

Nunca fue una alumna muy brillante. Con calificaciones de 5, 6, 7 y algún 8, terminó su paso por Primaria. María era feliz, jugaba con todo el mundo, tenía un montón de amigos y le gustaba ir a la escuela. Quería ser alguien de mayor. Arrastraba una pesada mochila cada día. Su padre desapareció hace años. Su madre trabajaba muchas horas, y además ahora andaba ocupada con una nueva pareja y un nuevo bebé. No tenían dinero para actividades extraescolares (le habría encantado hacer danza) ni para refuerzo. Se sentía sola, aunque no se quejara de ello.

Llegó la Secundaria. Cambio de clase, de colegio, de profesorado. El cambio lo afrontó con una enorme carga de ilusión y miedo, a partes iguales. Sentía que su frágil mundo peligraba, que a la mínima podría desmoronarse. Ahora también se encontraba muy sola en clase, y decidió hacer lo más fácil: ir con otras personas como ella, con problemas, que además no mostraban interés hacia las clases, y habían repetido curso. Empezó a jugar menos, porque en esta edad está mal visto hacerlo. De vez en cuando se juntaba en el patio con sus antiguas amistades, y jugaban a alguna cosa, sin que la vieran los alumnos mayores. Empezó a suspender, a pesar de que ella ponía el mismo empeño de siempre. No era suficiente. Sus amigas le dijeron que "pasaban del instituto". Ella no. Quería aprobar. Quería ser alguien.

Y llegó el final de curso. Había suspendido cinco asignaturas. Estaba propuesta para repetir curso. Sintió que algo se rompía, que quizá aquello no era para ella. En septiembre tampoco levantó cabeza. La primera vez que repitió curso, volvió a suspender cuatro asignaturas, aunque pasó de curso automáticamente. Sus antiguas amigas del cole, seguían unidas, con éxito. Algunas de sus nuevas amistades ya no iban al instituto. Y al año siguiente igual, y al siguiente. Estaba claro, "yo no sirvo para estudiar", pensaba continuamente. María ya no juega con nadie porque ha dejado de ir en cuanto ha cumplido los 16. No juega porque no tiene ilusión, está totalmente desorientada y no puede aspirar a nada. Así sucede en muchos más casos de los que nos gustaría. O nos metemos en la cabeza que la repetición de curso no sirve para nada, o seguiremos mal. Solo un 1% del alumnado que repite, se recupera. El resto, se hunden aún más. Las expectativas de uno mismo caen en picado. La Obligatoria no es un regalo ni una recompensa. Es un derecho.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios