República de las Letras

Maroto

Siempre me han atraído estos personajes perdedores de la Historia, apetitosos para cualquier novelista

Fran Martín (Madre, anoche en las trincheras, C. Rojo 2016), me ha recordado en Facebook una figura histórica que, cuando me documentaba para mi libro La Casa Azul (Punto Didot 2013) me pareció insólita, un personaje apetitoso para todo novelista: Francisco Maroto del Ojo -otro fue una tal Marisa, que se hospedó a todo lujo en el Hotel Simón en 1937 y era una espía doble-.

Este líder anarcosindicalista conocido durante nuestra Guerra Civil como el Durruti andaluz fundó la Columna Maroto, que se movió en los frentes de Guadix, Baza y Motril. Nacido en el Albaicín en 1906 y de oficio ebanista, se incorporó a la ilegalizada CNT durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-930). Autodidacta, adquirió una vasta cultura y fue versado en los clásicos del anarquismo: Bakunin, Kropotkin, Anselmo Lorenzo... Pronto se manifestó en el sindicato libertario como organizador y orador. De excepcional aspecto físico, con talla de gigante, alegre y campechano, apasionado y rebelde, de carácter firme, poseía un ánimo valeroso y fama de hombre justo y bueno. Tenía la voz potente, pero de dulce tono, precedida siempre de una sonrisa que conservaría toda su vida. La líder histórica anarquista Federica Montseny lo retrató como hombre enérgico y cordial, con cuerpo de coloso y corazón infantil (v. Miguel Amorós: Maroto, el héroe. Virus Ed. 2011).

La Columna Maroto era una mezcla de grupos armados, el más famoso de los cuales sería el llamado Niños de la noche, que realizaba incursiones nocturnas para ayudar a los huidos al monte y llegaban a entrar en Granada para rescatar a compañeros presos. En la columna se integraban médicos, enfermeras y muchos refugiados huidos, mujeres con sus hijos que luego serían un serio problema para Maroto. Contaba con más de novecientos hombres y disponía de un boletín y una emisora de radio que emitía su propia propaganda. Con la Desbandá de Málaga la Columna llegó a Almería, aumentando la tensión latente entre anarquistas y comunistas. Un mitin de la CNT en el Cervantes concluyó exigiendo la dimisión del gobernador, Gabriel Morón -v. Rafael Quirosa, UAL, 2012-. Maroto tuvo en encontronazo con él y se dijo que casi arroja a Morón por el balcón del Gobierno Civil (Palacio Episcopal).

Finalizada la guerra, Maroto fue detenido en Alicante, torturado y fusilado en 1940.

Siempre me han atraído estos personajes perdedores -que no secundarios- de la Historia.

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