Desayuno con diamantes

José Fernando Pérez

Masa madre

La sensación de vértigo se produce cuando se ve a esa masa madre que había dejado de crecer

Tañen lejanas las campanas que anuncian el final de los bellaquería. Los que intentando influir sobre el general, mantenían una impostura para conseguir destruir. Resuena el metal y el rasgar la carne, así como crujen las neuronas cuando la realidad demuestra lo que no se quiere ver.

La legalidad les sumía en la posibilidad de ofrecerse a la pira de la exposición pública, al fuego que podía consumirles o simplemente calentar la fórmula química que pudiera hacerlos proyectar y sumar.

Dentro de las operaciones aritméticas y del movimiento molecular, siempre habrá algo que tiende al caos o algo que tiende al cero. Labor de cada uno es elegir si su opción preferida es la de restar, chupar de la esencia o amputar su decisión.

Otra de las opciones es chocar de frente, fusionando o fisionando, provocando la liberación exagerada de energía con el mínimo esfuerzo o bien la implosión generalizada que arrase con todo lo que está a su alcance.

Estamos en épocas de implosiones, fusiones y fisiones, o más bien, en la época donde la retorta ha dado lugar al destilado de resultados que gotean y golpean poco a poco en el laboratorio de la realidad.

Multiplicando las experiencias pasadas y elevándolas a la enésima potencia, al final las cuentas salen, los estómagos se revuelven mientras las manos aplauden satisfechas. Aplausos que son los latidos del corazón desbocado.

La sensación de vértigo se produce cuando se ve a esa masa madre que había dejado de crecer. Espera, ya ella ahuyentará la sombra que el candil proyecta de una misericordia que aguarda para insertarse entre las costillas y dar esa puntilla que agote.

La hemos visto, la necesidad. Lo hemos visto, la oportunidad.

Humanizar nuestro trato profesional como seña. Prácticas Seguras que hagan que nuestra atención sanitaria vuelva a retoñar como lo está haciendo.

Mejorar el trato, la accesibilidad, el cuidado y la atención de nuestros mayores, de los vulnerables. Proyectar una luz horizontal donde la atención que brindemos sea líquida y se adapte a unas necesidades que se han puesto más que en evidencia en estos tiempos recientes.

La lección la hemos aprendido y las iniciativas surgen.

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